La pobreza energética afecta a cerca de 37 millones de personas en Europa. Sin embargo, los esfuerzos de los diferentes actores por participar de manera coordinada para abordar este problema tan complejo parecen insuficientes.
Las empresas energéticas tienen un papel crucial a través de su adaptación y proactividad hacia una transición energética inclusiva. En concreto, el emprendimiento social podría crear un espacio de innovación desde el que abordar la pobreza energética.
Una alternativa para evitar el social washing
En los últimos seis años, lo que parecía ser un asunto invisible se ha convertido en un tema central dentro del debate público en España. El interés por la pobreza energética está tomando cada vez más relevancia en la agenda política. Por eso, es necesario trabajar en los distintos niveles y relaciones entre los múltiples actores sociales.
El término social washing se refiere a prácticas destinadas a mejorar la reputación de una empresa mediante iniciativas de responsabilidad social corporativa que en determinados casos no son realmente efectivas o tienen el único objetivo de obtener un rendimiento económico.
Bajo la perspectiva de la transición justa, se puede fomentar la lucha contra el social washing a través de una nueva estructura organizativa: un departamento de intraemprendimiento social en las empresas energéticas diseñado exclusivamente para mitigar la pobreza energética. En un reciente estudio, proponemos un Departamento de Energía Social.
La ecovisión parece ser más aceptada en la práctica que la inclusión de grupos vulnerables como prioritarios para las empresas energéticas. Sin embargo, cada vez más se van a exigir prácticas sociales relevantes a las corporaciones.
Funciones de un departamento de Energía Social
La pobreza energética es la incapacidad de un hogar para mantener las condiciones adecuadas de temperatura y otros servicios energéticos a un precio razonable. La visibilidad de la innovación social en la ciencia social de la energía puede proporcionar soluciones alternativas y multidisciplinares a este problema.
El Departamento de Energía Social sería un departamento puente que incorporaría la lógica del emprendimiento e innovación social con perfiles de capacidades híbridas (tanto sociales como técnicas).
El Departamento de Energía Social trataría directamente con los actores más débiles dentro del mapa de partes interesadas de la corporación: los consumidores vulnerables. Una nueva lógica no significa sustitución, sino interacción y adaptación entre actores para una transformación gradual de la empresa. Esta propuesta podría devenir en un viraje revolucionario a través de la adaptación de las empresas tradicionales al amparo del marco de la justicia energética.
¿Cómo ayudaría a reducir la pobreza energética?
El Departamento de Energía Social trataría directamente con los consumidores vulnerables relacionados directa o indirectamente con la actividad de la corporación energética. Los líderes tendrían que legitimar (y apoyar) estas actividades. Lo harían integrando este departamento en la corporación, facilitando el uso de recursos y dando un paso proactivo contra la pobreza energética.
Su diseño irá enfocado a la reducción del número de consumidores vulnerables. Esto cada vez más tendrá reflejo en la información financiera y no financiera requerida en las cuentas de una forma sólida y coherente.
Aunque la lógica puramente económica y la social parezcan contradictorias, el espíritu de un Departamento de Energía Social puede ser un modelo pionero y visionario en una actuación corresponsable en la transición energética justa. Esta fórmula permitiría a largo plazo posicionamientos estratégicos con alto potencial para influir en otros actores como las empresas competidoras, el regulador y los responsables políticos.
Cada vez se está exigiendo más coherencia y veracidad a la información no financiera desde la perspectiva más social en el sector energético. La pobreza energética debería ser tratada prioritariamente por el Estado como principal garante de derechos, pero también por las corporaciones eléctricas de una forma cada vez más comprometida. Este departamento podría afectar al diseño organizativo y estratégico y tener implicaciones relevantes en el mapa de partes interesadas.
Todos los consumidores vulnerables serían fácilmente identificables por la empresa. Las intervenciones se diseñarían cuidadosamente con el fin de empoderar a las personas vulnerables y mejorar la eficiencia energética de sus hogares. Incluso se pueden abrir vías a explorar desde las empresas energéticas en relación con la inversión de impacto como alternativa de financiación. Cabe hacer hincapié en la necesidad de persistencia de este enfoque, que no debería abandonarse en caso de falta de impacto visible en el medio plazo.
El enfoque centrado en la justicia energética
El enfoque centrado en el marco de justicia energética permitiría desarrollar la lógica social de la figura del intraemprendedor (o emprendedor dentro de la empresa) como un agente de cambio que podría derivar en una mayor resonancia en el resto de los actores dentro y fuera de la empresa. Sin olvidar que la pobreza energética son las personas que la padecen. El marco de la justicia energética necesita mucha reflexión y especial cuidado para realinear valores y equilibrar diferencias de poderes entre las partes interesadas fuertes y débiles.
La introducción en las empresas energéticas de este departamento puente se podría considerar un experimento transformador para acelerar la parte justa de la transición energética. Los intraemprendedores sociales con capacidades “fronterizas” (técnicas y sociales) para tratar con actores externos a la empresa se ubicarían al mismo nivel que el resto de departamentos.
Estos actores de cambio podrían adoptar modelos sociales de negocio dirigidos a los consumidores vulnerables como clientes especiales y prioritarios. Siempre bajo la supervisión de un equipo de trabajadores sociales.
Actividades relevantes para este departamento podrían ser, en una lista no exhaustiva:
- la implementación de métricas adecuadas para identificar y medir viviendas vulnerables,
- el fomento de comportamientos de consumo,
- procesos de empoderamiento,
- eficiencia energética en viviendas,
- modelos de prefinanciamiento para electrodomésticos,
- créditos para eficiencia energética,
- asequibilidad de los precios.
La búsqueda de equiparación de poderes haciendo que las partes interesadas más débiles sean las prioritarias para la empresa supondría una transformación relevante del mapa de actores de la corporación. Este enfoque de responsabilidad social corporativa, más basado en teoría de las partes interesadas, haría que las empresas eléctricas dieran un gran salto hacia la transición inclusiva.
Asumiendo los retos que podamos encontrar, sugerimos tomar este camino de transformación gradual social haciendo que los elementos básicos y tradicionales de las empresas energéticas permanezcan intactos. De esta forma, puede favorecerse un entorno más realista.
Nuestro interés es crear espacios de innovación donde la promoción de la interacción e integración de diferentes actores pueda ejercer una influencia más amplia con implicaciones dinámicas, teóricas y prácticas, en varios niveles.
Conclusiones
La transición energética anuncia cambios hacia un futuro que puede dejar atrás algunos modelos tradicionales. En este contexto, las empresas eléctricas podrían liderar la inclusión social en el sector energético. Podrían coparticipar proactivamente en el cambio hacia el desarrollo sostenible mediante la coordinación de algunos actores, como reguladores, legisladores e inversores, a través de prácticas comerciales sostenibles con nuevas lógicas sociales.
Este enfoque podría aplicarse también a otros sectores con actividades relacionadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. No obstante, debe mantenerse explícitamente especial cautela y cuidado, ya que las corporaciones no cuentan con la experiencia, la trayectoria ni la confianza que se requiere para trabajar directamente con colectivos vulnerables. La colaboración con organizaciones sin ánimo de lucro y trabajadores sociales para desarrollar esta actividad supondría un valor añadido para este Departamento de Energía Social.
Un departamento impulsado por una misión social fomentaría la reflexión crítica en el ámbito empresarial y mejoraría la situación, priorizando el trato y la experiencia de los clientes vulnerables. Conllevaría, además, un cambio organizativo que podría acelerar la transición energética justa dentro de la transición hacia la sostenibilidad.
María José Manjón Rodríguez pertenece a la Catedra de Energía y Pobreza de la Universidad de Comillas, pero los resultados, conclusiones y opiniones reflejados en las publicaciones realizadas por los miembros de la Cátedra son resultado de su libertad de opinión como expertos rigurosos e independientes en las distintas áreas del conocimiento, sin que de ninguna forma representen o hayan sido influidos por las empresas o instituciones que contribuyen a la financiación de la Cátedra.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el original aquí.