Desde que Ucrania liberara Jerson, en el pasado noviembre, poco ha evolucionado la guerra. Por un lado, los rusos han tratado de lograr avances –más propagandísticos que estratégicos– en el Donbás y, por el otro, los ucranianos han tratado de proteger su cielo de los continuos ataques rusos contra su población civil.
Si bien es cierto que esta situación puede resultar “cómoda” para los europeos, su prolongación en el tiempo significaría una derrota de Ucrania, ya que Rusia congelaría el conflicto prolongando eternamente la inestabilidad en la región y alejando a Kiev de su sueño europeo. De hecho, este reciente parón parece que habría permitido a Rusia retrasar sus líneas de suministro y sus centros de mando, lo que por el momento les pone fuera del alcance de la artillería ucraniana.
Por eso, desde la presidencia y desde el ministerio de Defensa de Ucrania no han cesado las peticiones de transferencia de armamento, algo necesario para organizar la ofensiva de primavera que podría expulsar de forma definitiva a los rusos de Ucrania. Así pues, cabe preguntarse qué armamento necesitaría Ucrania para vencer a Rusia. Podemos establecer tres grandes categorías:
1. Drones de largo alcance
Desde que en marzo Ucrania comenzara a utilizar los primeros drones, esta capacidad se ha convertido en una de las bazas más eficaces de los ucranianos frente a las tropas rusas. En esta fase final de la guerra, los ucranianos necesitan drones más rápidos, con mayor autonomía y con mayor capacidad de hacer daño. El elegido para este cometido parece ser el dron turco Kizilelma, que se presenta como uno de los artefactos más rápidos y con mayor capacidad del mercado armamentístico, por delante incluso de los MQ-20 norteamericanos.
Sobre estos drones podrían montarse los misiles TRG-230 IHA, que aportan un alcance extra de 100 km. La conjunción del dron Kizilelma y del misil TR-230 permitiría a los ucranianos dañar tanto los centros de mando como los logísticos, un hecho que haría mucho más fácil el avance de la infantería ucraniana.
2. Artillería (y munición) de largo alcance
Lo que más ha cambiado el curso de la guerra ha sido, sin lugar a dudas, los HIMARS (sistema de cohetes de artillería de alta movilidad). Este artilugio de fabricación norteamericana permitió a los ucranianos llevar a cabo la exitosa ofensiva de agosto-septiembre, cuya culminación fue la liberación de Jersón.
Sin embargo, tal y como avanzaron algunos militares norteamericanos, el principal reto de la guerra no está siendo tanto el adiestramiento de tropas como el mantenimiento del suministro de munición, especialmente el referido a artillería de largo alcance. Por eso, en los próximos meses Occidente deberá incrementar el esfuerzo de suministro de piezas de artillería de largo alcance, no solo para los HIMARS, sino también para los sistemas antiaéreos como los NASAMS o los PATRIOTS, que en los próximos meses formarán parte de las defensas antiaéreas ucranianas.
En este sentido, se espera que Ucrania pueda incorporar sistemas GLSDB (capaces de maniobrar en el aire) y MLRS cuya principal virtud es la de ser compatibles con los HIMARS. Sin el daño que puede causar la artillería, resultará muy complicado que pueda llevarse a cabo la ofensiva de primavera.
3. Caballería de fabricación europea
Si bien es cierto que los drones y la artillería son muy importantes para los planes militares ucranianos, el envío de tanques puede convertirse en la clave de bóveda para la victoria ucraniana. Por eso los aliados occidentales (Francia, Alemania y EE. UU.) ya han acordado enviar vehículos de transporte de infantería (AMX10, Marder o Bradley). Se trata de un sucedáneo del carro de combate que, si bien resulta de gran ayuda para el ejército ucraniano, no es capaz de marcar la diferencia como lo haría un carro de combate.
La principal diferencia entre estos vehículos y los carros de combate radica por un lado en su capacidad de fuego y por el otro en el blindaje. Mientras que algunos vehículos de transporte de infantería como los AMX10 franceses han logrado montar cañones similares a los de los tanques (105 mm frente a 120 mm), el blindaje no puede compararse. Gracias a este blindaje de los carros de combate los ucranianos podrían proteger mejor el avance de sus tropas frente al fuego de la artillería y la caballería rusa.
Se están planteando tres posibilidades de carro de combate. El Abrahams 1 norteamericano, el Challenger 2 británico y el Leopard 2 europeo. De todos ellos, el que mejor se adapta a las necesidades de los ucranianos es el Leopard, pero al ser un vehículo de fabricación alemana requiere de autorización de Berlín para su transferencia a terceros.
El Abrahams 1 no tendría este problema, ya que depende en exclusiva del gobierno de los Estados Unidos, pero tienen otros problemas derivados del entrenamiento, del mantenimiento y de la logística.
Si bien es cierto que los ucranianos aprenden muy rápido y que esta característica les permitiría solventar el obstáculo que supone que sea un tanque americano, el complicado mantenimiento y, sobre todo, el alto consumo de gasolina harían del Abrahams un vehículo poco práctico para una ofensiva como la que se planea para primavera. Además, no solo es el tanque que más combustible necesita de los tres, sino que también se trata de un tanque lento que podría ser presa fácil para los T-72 rusos.
El Challenger 2 es el tanque con mejor blindaje, lo que condiciona su autonomía (400 km). Si bien no consume tanto como el Abrahams, sí que tiene menos capacidad de acción. La mejor opción es el Leopard, un carro de combate que casi duplica la velocidad (75 Km/h) de los tanques rusos, muy maniobrable y que además posee una autonomía de 550 km. Así, con los Leopard en poder de los ucranianos, se podría repetir una estrategia similar a la de septiembre en la que los tanques se adentraban kilómetros en las líneas enemigas sin necesidad de repostar, causando gran daño a las tropas rusas.
A modo de conclusión debemos decir que los ucranianos van a necesitar vehículos no tripulados capaces de penetrar en las líneas con profundidad de fuego, un flujo constante de piezas de artillería que le permita dañar las defensas, las cadenas de suministro y los centros de control rusos y, sobre todo, carros de combate con los que romper unas líneas enemigas que amenazan con convertirse en fronteras. Europa debe hacer un esfuerzo de transferencia para evitar una confrontación directa con Rusia.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el original aquí.