En un movimiento significativo hacia la actualización de las recomendaciones de vacunación infantil en Estados Unidos, el presidente Donald J. Trump ha firmado un Memorando Presidencial que inicia el proceso de alineación de estas recomendaciones con las mejores prácticas de naciones desarrolladas. Este paso busca asegurar que los niños estadounidenses reciban la atención médica más avanzada y basada en la evidencia disponible.
El memorando instruye al Secretario de Salud y Servicios Humanos y al Director Interino de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades a revisar las prácticas de vacunación recomendadas en otros países desarrollados, así como la evidencia científica que las respalda. Si se concluye que estas prácticas son más efectivas que las actuales en Estados Unidos, deberán actualizar el calendario de vacunación infantil del país, garantizando al mismo tiempo el acceso a las vacunas que ya están disponibles para la población.
Las estadísticas revelan un notable desajuste en la cantidad de vacunas recomendadas en Estados Unidos en comparación con otros países. Actualmente, el país sugiere vacunar a los niños contra 18 enfermedades, incluyendo el COVID-19. En contraste, naciones como Dinamarca solo recomiendan vacunaciones para 10 enfermedades, mientras que Japón y Alemania sugieren vacunas para 14 y 15 enfermedades, respectivamente. Esto señala un enfoque más conservador en la administración de vacunas en comparación con la extensa lista estadounidense.
Además, la práctica de vacunar a los recién nacidos contra la hepatitis B al momento del nacimiento, que es habitual en Estados Unidos, se considera inusual en muchos países desarrollados, donde se recomienda generalmente solo para aquellos bebés cuyas madres son positivas para la infección.
La iniciativa es parte de un compromiso más amplio de la administración de Trump para construir un futuro más saludable para los jóvenes estadounidenses. En febrero, se estableció la Comisión MAHA, designada para investigar y abordar las causas subyacentes de la creciente crisis de salud en el país, enfocándose inicialmente en las enfermedades crónicas en la infancia. Este enfoque ha culminado en la publicación de estrategias ambiciosas con más de 120 iniciativas dirigidas a revertir políticas que han contribuido a la epidemia de enfermedades crónicas en la niñez.
Con la reciente actualización de las recomendaciones para la vacunación contra la COVID-19, que ya no se incluye como obligación universal, se da un paso hacia políticas más personalizadas y basadas en la decisión clínica compartida entre pacientes y médicos.
El enfoque renovado busca no solo mejorar la salud de los niños estadounidenses, sino garantizar que el país esté a la altura de las mejores prácticas internacionales en salud infantil, creando un escenario en el cual los más jóvenes puedan crecer sanos y con mayores oportunidades.
Fuente: WhiteHouse.gov

















