En un movimiento que busca hacer frente a las preocupaciones sobre la inflación de precios en el sector alimentario, el presidente Donald J. Trump ha ordenado al Departamento de Justicia que investigue a las compañías de empaquetado de carne más grandes del país. Estas empresas, dominadas en gran medida por grupos extranjeros, están en la mira por posibles prácticas de colusión, fijación de precios y manipulación.
La orden se produce en un contexto donde el costo de la carne ha aumentado considerablemente, afectando no solo a los consumidores, sino también a los agricultores y ganaderos locales. En los últimos años, ha habido un creciente clamor por parte de los productores estadounidenses que sienten que están siendo estrangulados por un pequeño grupo de gigantes en la industria cárnica.
El presidente ha enfatizado que este es un paso crucial para proteger a los consumidores estadounidenses, quienes han padecido la inflación en los precios en los supermercados. La estructura de mercado de la industria cárnica es alarmante: cuatro grandes empresas controlan un asombroso 85% del procesamiento de carne de res en Estados Unidos, marcando un aumento significativo desde solo el 36% en 1980. Entre estos, dos de los principales actores son de propiedad extranjera, lo que ha levantado banderas rojas sobre la influencia externa en un sector tan crítico.
El anuncio de la investigación llega en un momento en que los ganaderos estadounidenses enfrentan desafíos sin precedentes. Durante la década de 1980, los cuatro principales empacadores compraban un tercio del ganado alimentado; para mediados de la década de 1990, esta cifra aumentó a más del 80%. Esta consolidación ha llevado a un aumento en los precios de los productos cárnicos, mientras que los ingresos de los rancheros han disminuido drásticamente, amenazando la viabilidad de las familias que dependen de la ganadería para su sustento.
Las voces dentro de la industria advierten que la falta de competencia ha hecho que estas empresas ejerzan su poder de monopolio, repercutiendo negativamente en la cadena de suministro y afectando a los consumidores. Se estima que esta manipulación ha llevado a precios más altos en las estanterías de los supermercados, perjudicando tanto al productor como al consumidor.
Con este movimiento, el presidente Trump reafirma su compromiso con los agricultores y ganaderos de Estados Unidos, instando a devolver la justicia al mercado y restaurar la competencia. La expectativa es que la investigación a fondo desmantelará cualquier práctica ilegal y hará que las empresas rindan cuentas por sus acciones, abriendo la puerta a un futuro más justo y equitativo para todos los involucrados en la industria cárnica.
Fuente: WhiteHouse.gov

















