La Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom) afirma que durante el año 2018 se instalaron en España 50.000 estufas de pellet, lo que supone un 16% más que en el al anterior.
Con respecto al sector de la biomasa, el 90% de los equipos son estufas. En concreto las de pellet son 268.000, con una potencia media de 11,7 kilovatios. Según las estimaciones de Avebiom, el parque nacional de instalaciones de biomasa produjo durante 2018 el equivalente a 1.345 kilotoneladas de petróleo, evitando el equivalente a 1.567 millones de litros de gasóleo de calefacción.
La biomasa está de moda en España, y en particular los pellets, pero, ¿sabemos realmente que son los pellets?
El pellet, el combustible ecológico
El pellet es un combustible elaborado a partir de serrín natural de pino seco, que no incluye ningún aditivo, y que utiliza la propia lignina del serrín como aglomerante. El serrín se comprime al máximo con máquinas encargadas de elaborar este combustible y sellarlo a presión elevada para que gane densidad y no se desmenuce.
El alto poder calorífico del pellet es lo que permita que pueda ser usado en estufas, calderas y otros equipos. Cuanto más denso es el pellet, mayor calidad tendrá el combustible. Si por el contrario se va desmenuzando queda el serrín suelto, la estufa puede atrancarse.
Una de las claves para obtener un pellet de buena calidad es que el serrín de pino sea bien seleccionado. Cuando el combustible contiene otros materiales derivados de carpinterías o aserraderos, como pegamentos, esto se traduce en menor eficiencia de la estufa o la caldera, pues se genera menor poder calorífico.
Al igual que existe pellet elaborado a partir de serrín de madera de pino, este tipo de combustible se puede producir a partir de otros tipos de madera, pero son menos eficientes para generar calor. Si el pellet no es de buena calidad, esto tiene como consecuencia un menor rendimiento de la estufa y la aparición de malos olores.
Un tercer aspecto a tener en cuenta es la humedad del combustible. El poder calorífico de los pellets depende en gran medida de su grado de humedad. Como ocurre con el prensado, la humedad resta poder calorífico y puede provocar atranques en los sistemas de alimentación de las estufas y calderas, dejándolas inservibles.
Los pellets con humedad aumentan de manera exponencial la formación de hollín en las chimeneas. Esto acaba por generar problemas a largo plazo y obliga a llevar trabajos de mantenimiento más profundos sobre la instalación.
¿Cómo saber si el pellet es de buena calidad?
Por todos estos motivos, y por el éxito que están alcanzando los combustibles ecológicos en los últimos años, han ido apareciendo progresivamente controles de calidad para los pellets. Uno de ellos a tener muy en cuenta a la hora de comprar pellet es el certificado energético para biomasa UNE EN PLUS A1, que garantiza que los pellets están fabricados con materiales primas de buena calidad, son compactos y muy densos y su nivel de humedad es reducido.
Esta certificación se consigue superando auditorías y controles de calidad. Con ella se pretende hacer llegar al mercado productos en los que se confirme el carácter ecológico, controlado, de buena calidad y con poder calorífico suficiente para ofrecer un rendimiento excepcional en estufas y calderas.
El uso de biomasa a nivel doméstico
La utilización extendida de pellet como combustible para estufas y calderas nos lleva a interesarnos por la categoría más genérica, la biomasa. La biomasa se define como la utilización de materia orgánica como materia orgánica.
Obviamente, esta es una definición muy amplia, pues en ella entran tanto la Venta de Pellet como de leña pasando por astillas y briquetas hasta las más curiosas formas de biomasa como combustible, los huesos de aceituna y las cáscaras de almendras.
El de biomasa es el ejemplo claro de cómo un concepto agrupa a diferentes tipos de materias orgánicas que se diferencian en origen y naturaleza, y que son muy heterogéneas entre sí. Las calderas de biomasa destacan por su eficiencia, la rápida generación de calor y la durabilidad.
A nivel doméstico, contar con una caldera o una estufa de biomasa puede suponer un ahorro energético en torno al 60% si lo comparamos con un equipo estándar de gasóleo. Los datos de Avebiom insisten en esta idea, la necesidad de ir apostando por la biomasa para reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
En el año 2008, la potencia total instalada de biomasa era de 1.510 megavatios. En 2018, esa cifra se ha multiplicado por siete hasta alcanzar los 10.466 megavatios. Cada vez son más familias las que apuestan por este tipo de combustible y las razones que les llevan a ello son el ahorro económico, pero también su conciencia ambiental y la sensación de confort que se consigue con la generación de biomasa.