En España, alrededor del 10,9% de la población entre 15 y 64 años han consumido cocaína en algún momento de su vida, lo que representa aproximadamente 5 millones de personas, y el 24,5% de los adolescentes entre 14 y 18 años han consumido cocaína en el último año, según datos del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías. El consumo de cocaína puede tener un impacto duradero en la estructura y funcionamiento del cerebro, afectando el rendimiento cognitivo, emocional y social. Además, puede causar afecciones graves para la salud como taquicardia, insomnio, depresión y anorexia.
Los efectos físicos de la cocaína, como la dilatación de pupilas, los ojos rojos, los temblores, la tos persistente, la mala higiene, el cansancio y las hemorragias, son los más fáciles de detectar, según el director del centro de adicciones Impasse Adicciones. También es importante prestar atención a los cambios en el comportamiento, como la irritabilidad, el aislamiento social, los cambios en el apetito y el sueño, la pérdida de interés, el robo de dinero o artículos de valor, el empeoramiento de la relación familiar y la bajada del rendimiento académico.
Para ayudar a un adicto a la cocaína, es importante abordar la adicción desde la empatía y el apoyo emocional, generar un ambiente de comprensión para que el adicto no se sienta solo ni juzgado, sino motivado para superar su adicción y participar en actividades saludables en espacios positivos y libres de drogas. La intervención de un experto en adicciones es clave para acabar con el consumo de cocaína, pero esto solo se logrará si existe predisposición por parte del joven adicto. Clínicas como Impasse Adicciones proporcionan apoyo y recursos para adolescentes y jóvenes que no saben cómo dejar la cocaína, siempre desde la empatía y con una visión integral de la adicción en espacios seguros y sin tabúes.
