En los últimos tiempos, se observa una tendencia creciente en los entornos laborales y en la sociedad que presenta el individualismo como una virtud. Esta percepción ha ganado protagonismo con la exaltación de figuras como la del emprendedor, consideradas modelos de éxito y autosuficiencia. Sin embargo, este enfoque puede ocultar una amenaza silenciosa para los derechos colectivos, según se analiza en un artículo publicado por UGT Castilla-La Mancha.
La visión del emprendedor como héroe solitario, capaz de superar cualquier obstáculo por sí mismo, está permeando el tejido social y laboral. Esto no solo fomenta una competencia desmedida entre los trabajadores, sino que también diluye la importancia de las acciones colectivas que, durante décadas, han sido fundamentales para la protección y ampliación de los derechos laborales.
Las estructuras laborales tradicionales, que promovían el trabajo en equipo y la cooperación, parecerían estar desalentadas en este nuevo esquema. La consecuencia es una mayor fragmentación del tejido social dentro de las empresas, dificultando la organización y la solidaridad necesarias para enfrentar retos comunes. Este fenómeno puede erosionar logros históricos conseguidos mediante el diálogo y la acción conjunta de los trabajadores.
En este contexto, la defensa de los derechos colectivos se convierte en una tarea más desafiante. La dinámica del “yo primero” puede llevar a que se pasen por alto preocupaciones compartidas, en favor de objetivos individuales. Los sindicatos y organizaciones laborales alertan sobre el riesgo de que este cambio de perspectiva debilite las reivindicaciones comunes, fundamentales para avanzar hacia condiciones laborales más equitativas.
La reflexión invita a todos los actores sociales a reconsiderar el valor del colectivo frente al individualismo y a reforzar la unión y cooperación como motores del avance social y laboral.
Fuente: UGT Castilla-La Mancha