Francisco de Quevedo, uno de los mayores genios del Siglo de Oro español, nació el 14 de septiembre de 1580 en una familia de funcionarios palaciegos. Estudió con los Jesuitas en Ocaña y más tarde en Alcalá de Henares y Valladolid, donde residió durante su tiempo en la Corte. Más tarde, se convirtió en agente secreto a las órdenes del Duque de Osuna, lo que le llevó a un breve destierro en la Torre de Juan Abad.
Quevedo regresó a la Corte como escritor y se convirtió en un personaje público al servicio del Conde-Duque de Olivares. Debido a su indomable carácter, fue detenido nuevamente y enviado a la prisión de San Marcos en León. Fue apresado en Madrid acusado de ser el autor de un infame memorial dirigido al rey Felipe IV.
A pesar de sus problemas con la Corona, Quevedo mantuvo una gran amistad con el VII Duque de Medinaceli y pasó largas temporadas en Cogolludo. Quevedo describió el palacio de Cogolludo como un lugar de goce y un hogar donde disfrutó de momentos divertidos y entrañables. El Duque era admirador del ingenio y un amante de la cultura.
Quevedo también desempeñó el papel de informador para el Duque, escribiendo noticias novedosas y temas importantes. Desde Cogolludo, Quevedo envió varias cartas al Duque y también ayudó a aumentar la biblioteca del Duque adquiriendo libros.
A pesar de su precaria salud, Quevedo nunca abandonó los encargos que tenía del Duque y continuó enviando cartas hasta su muerte. La presencia de Quevedo en Cogolludo es uno de los atractivos turísticos de la localidad y las visitas incluyen recitales de sus poesías.
Francisco de Quevedo murió el 9 de noviembre de 1645 en Villanueva de los Infantes y es uno de los grandes personajes históricos que tienen relación con Cogolludo y los Duques de Medinaceli. Su amistad con el Duque y su estancia en Cogolludo es un testimonio de la importancia de este lugar en la vida de Quevedo y su obra.