La empresa de cerámica ‘La Barranca’ continúa, 25 años después, ensalzando la tradición rústica y manteniendo la esencia del trabajo manual elaborando ladrillos, baldosas y todo tipo de materiales de construcción y decoración de manera artesanal, todo ello desde la pequeña localidad toledana de Azután.
El fundador de la marca, José Luis Romero, ha relatado a Europa Press los inicios del negocio, con una idea que pasaba por trabajar los materiales artesanales surgida porque tanto él, en su juventud, como su padre, habían trabajado en un tejar.
Así, la empresa se ha convertido en un negocio familiar, compartiendo sociedad con Carlos Paniagua, cuñado de Romero, y en sus 25 años de vida han pasado por ella como trabajadores hijos, sobrinos, esposas y otros parientes.
Romero ha señalado que los tejares o empresas dedicadas a la fabricación de ladrillos artesanales han ido desapareciendo a causa de la introducción de la maquinaria y las producciones en masa.
Así, ha manifestado que en Castilla-La Mancha quedarán alrededor de «dos o tres empresas» de ladrillo rústico y que «cada vez hay menos».
Del mismo modo, ha destacado la dedicación que conlleva su trabajo, ya que todo, desde el barro hasta las piezas, pasando por los moldes y otros utensilios, son realizados a mano por él mismo o sus trabajadores. «Esto es una cosa totalmente artesanal, el barro se elabora también a mano».
EL BARRO, EL GERMEN DE TODO
El proceso de fabricación comienza con la elaboración del barro que, como ha narrado el fundador, consiste en colocar la tierra sobre el suelo formando varios cuadrados para después mojarla y amasarla con un tractor dando lugar al barro.
Una vez hecho el barro se deposita en unas bañeras, que son las que utilizan los trabajadores para hacer el material. Cada uno de ellos tiene una mesa adaptada a la fabricación y en función de la pieza que tienen que producir utilizan un molde de madera u otro.
Romero ha matizado que dependiendo del tamaño de la pieza a realizar y su diseño, un obrero puede llegar a hacer «alrededor de 1.500 piezas» a lo largo de su jornada laboral.
El siguiente paso, ha añadido, es colocar las piezas en estanterías al aire libre para que se sequen y se puedan meter al horno. «Lo que tarda una pieza en secarse depende de la temperatura que haya en el ambiente, aunque suele ser una semana aproximadamente», ha destacado.
La meteorología es un factor muy importante en este oficio ya que se requiere del calor para que las piezas se puedan secar sin ningún tipo de inconveniente y sin que se rompan, por ello, Romero ha manifestado que la producción en ‘La Barranca’ se lleva a cabo desde que empieza el buen tiempo, por marzo o abril, hasta que acaba el verano. «El invierno es malo para producir porque hay muchas heladas y apenas sale el sol», ha afirmado.