La seguridad laboral sigue siendo un tema de vital importancia en el ámbito del trabajo, pero la manera en que los riesgos laborales afectan a las personas puede variar significativamente entre mujeres y hombres. Esta disparidad se debe a una combinación de factores que incluyen diferencias biológicas, la organización social del trabajo, y los roles de género que, históricamente, han influido en la manera en que se diseñan las condiciones laborales.
La labor de las mujeres en el entorno laboral está condicionada a menudo por la segregación ocupacional, lo que significa que se concentran en industrias y roles específicos, muchas veces con menores remuneraciones y más precariedad. Aunque tanto hombres como mujeres pueden estar expuestos a los mismos riesgos laborales, las consecuencias para la salud pueden ser más severas para las trabajadoras. Esto se debe en parte a que las condiciones de seguridad y prevención están frecuentemente diseñadas considerando parámetros masculinos, sin tener en cuenta las necesidades diferenciadas de salud y seguridad de las trabajadoras.
Es crucial reconocer cómo los roles de género predefinidos y las expectativas sociales influyen en la percepción y la respuesta a los riesgos laborales. Los empleos que predominantemente ocupan las mujeres, como el cuidado y la educación, traen consigo riesgos únicos y, a menudo, subestimados. Dichos roles tienden a ser menos valorados económicamente en la estructura salarial, amplificando la vulnerabilidad de las trabajadoras frente a condiciones no óptimas.
Además, la arquitectura preventiva en muchas organizaciones no refleja adecuadamente estas diferencias, lo que no solo perpetúa desigualdades sino que también puede contribuir a una mayor incidencia de problemas de salud entre las trabajadoras. La comprensión y la reformulación de estas estructuras es necesaria para asegurar un entorno de trabajo seguro e inclusivo para todos, respetando las particularidades biológicas y sociales de cada género.
Las empresas, los gobiernos y los sindicatos juegan un papel crucial en la reforma de políticas y prácticas laborales que fomenten la igualdad y la seguridad para todas y todos los trabajadores. Establecer medidas que reconozcan y mitiguen las disparidades en el impacto de los riesgos laborales es un paso esencial para lograr un entorno laboral más equitativo y saludable.
Fuente: CCOO Castilla-La Mancha