La vuelta al cole es un momento crucial en la vida de cualquier niño. Va más allá de una simple transición de las vacaciones a la rutina escolar, ya que influye en varios aspectos de su desarrollo personal. Puede generar sentimientos de nerviosismo, preocupación por lo desconocido, miedo a no encajar, enfrentarse a asignaturas difíciles o tener problemas con los profesores. Sin embargo, también puede generar expectación y entusiasmo por reencontrarse con amigos y aprovechar las nuevas oportunidades de aprendizaje.
En este sentido, es fundamental destacar el papel relevante que los padres desempeñan en este proceso. Lo que se les transmita a los hijos acerca de su vuelta al cole será determinante en cómo lo afronten. Es crucial que los adultos sean empáticos, escuchen sus inquietudes y les brinden el apoyo necesario para que esta transición sea lo más suave y positiva posible.
Por otro lado, es importante prestar atención a la salud mental de los alumnos en el ámbito educativo. Aunque históricamente el enfoque de la educación se ha centrado en el rendimiento académico, cada vez se valora más la importancia de educar también la inteligencia emocional de los estudiantes. Desarrollar habilidades sociales, aprender a identificar y manejar emociones, y fomentar la resiliencia son aspectos esenciales para los educadores y sistemas educativos.
En este sentido, los gabinetes psicológicos pueden desempeñar un papel fundamental en el apoyo a estudiantes y profesores en el desarrollo personal de los alumnos, así como en la prevención de conflictos, acoso escolar y problemas de salud mental. Sin embargo, no todas las escuelas cuentan con estos recursos o con profesionales suficientemente capacitados.
Es necesario seguir priorizando e invirtiendo en el bienestar emocional de los estudiantes. La implementación de un plan de salud mental en los colegios ofrece numerosos beneficios. Permite detectar tempranamente problemas de salud mental, reduce el estigma asociado a estos temas, mejora el rendimiento académico, crea un clima de seguridad psicológica, proporciona habilidades para toda la vida, promueve un ambiente escolar más saludable, reduce problemas conductuales, apoya a los educadores y promueve la resiliencia de los estudiantes.
En resumen, los colegios deben apostar por planes de salud mental en los que los psicólogos educativos puedan desarrollar sus funciones de diagnóstico, prevención y desarrollo. Esto no solo beneficiará directamente a los alumnos en su salud y bienestar, sino que también transformará el ambiente educativo, brindará seguridad, mejorará la experiencia de aprendizaje y preparará a los alumnos para enfrentar los desafíos de la vida con confianza y habilidad.
