Una muestra de fotografías organizada por la Consejería de Sanidad rinde homenaje al papel desempeñado por las mujeres durante el año de pandemia

Con el título genérico de “Mujeres durante la pandemia”, una pequeña exposición con una docena de fotografías expuestas en el hall de la Consejería de Sanidad, en Toledo, retrata a otras tantas mujeres, todas ellas dedicadas a sus distintas tareas y ocupaciones en este singular año, con una pandemia que ha golpeado a todo el planeta y ha paralizado el mundo.

El perfil de las seleccionadas abarca desde una niña de 5 años de edad a la salida de la escuela, hasta una mujer mayor de 91 años en el comedor de su casa, pasando por varias profesionales sanitarias del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, una cajera de un supermercado que reivindica su papel como personal esencial, una vigilante de seguridad, una profesora frente a la pizarra de clase, unas jóvenes estudiantes y una limpiadora.

¿En qué medida ha afectado esta enorme crisis sanitaria a su trabajo diario? ¿Qué cosas, de las que han cambiado a lo largo de estos meses, se mantendrán en el futuro próximo? ¿Cuáles son las lecciones aprendidas en esta terrible experiencia? Estas son algunas de las preguntas a las que se intenta dar respuesta a través de estas fotografías.

Cada una de estas mujeres, desde su personal circunstancia, tiene rostro, historia y memoria, y una forma única y personal de hacer las cosas. Entrega, dedicación y compromiso en las empleadas públicas que se han enfrentado a una situación inédita y desconocida; paciencia, seguridad y confianza en todas ellas. Capacidad de adaptación y recuperación, eso que algunos ahora llaman “resiliencia”.

“Del miedo y la incertidumbre iniciales a extremar las precauciones y cuidarnos para cuidar”, así describe y resume Elena Egido, una de las fisioterapeutas del Hospital Nacional de Parapléjicos (HNP), centro de referencia del Sistema Nacional de Salud, muchos de los cambios y las medidas adoptadas por los sanitarios a lo largo de un año de pandemia.

“Lo que más ha costado ha sido adaptarnos a la limitación en el número de personas en las reuniones, la semipresencialidad y las clases online que, a pesar de las mejoras tecnológicas, han supuesto un esfuerzo extra para poder mantener la concentración en clase y en casa”, explican Inés y Clara, sobre las dificultades que han tenido en el desarrollo de su actividad académica en el instituto de Toledo en el que estudian.

“La pandemia –añaden– ha significado un gran proceso de madurez personal. En nuestro caso, durante el confinamiento, hemos aprendido a estudiar por el placer de aprender, ya que no se realizaron exámenes como tal. Ahora que recuperamos las clases presenciales, somos más conscientes de la importancia del trabajo que realiza el profesorado para intentar facilitarnos todos los medios necesarios o a su alcance para nuestro aprendizaje”.

“También nos ha enseñado a valorar y apreciar mejor algunos pequeños placeres, como (no) poder visitar a tu familia, o (no) poder celebrar el cumpleaños de alguna amiga”, han añadido.

Pero todas ellas han aprendido a reconocer el valor de lo cotidiano, de los pequeños gestos en el día a día, de lo irrepetible, de la responsabilidad del trabajo bien hecho y la importancia de lo público y la necesidad de cuidarnos colectivamente como sociedad.

Angelita, limpiadora en el HNP, entre dudas e incertidumbres, ha llegado a su edad de jubilación en estos días, acompañada por todas sus compañeras del centro, cuya indispensable labor ha sido unánimemente reconocida por toda la sociedad.

A sus 91 años, Ascensión Montero, sigue viviendo sola, con plena autonomía. Es capaz de cocinar, hace ejercicio y camina durante cuarenta minutos a diario, y puede reunirse con sus hijas. Durante los fines de semana, manteniendo las medidas de seguridad, aprovecha para ver al resto de la familia. La pandemia ha cambiado rutinas y ha obligado a tener más cuidado y extremar las precauciones, pero, como también han manifestado muchas personas mayores, “aún tienen mucho que ver”, mucho que decir y, esperan, mucho tiempo de vida por delante.

A pesar de todo, como dicen Inés y Clara, de cara al futuro “tenemos una visión positiva y creemos que toda esta situación va a acabar pronto: ya hay vacunas, tenemos medidas de protección y hay una mayor concienciación. Sabemos de la importancia de seguir las recomendaciones; ser pacientes para poder salir juntas y recuperar parte de nuestra antigua forma de vida”.

Un deseo compartido de manera unánime por todas y que transmite mejor que nadie la mirada esperanzada en la imagen de una niña de 5 años a la entrada del colegio.

La exposición puede verse hasta el día 31 de marzo.

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