El clima en el mercado financiero estadounidense toma un giro significativo con la reciente firma de un decreto ejecutivo por parte del presidente Donald J. Trump, orientado a reforzar la protección de los inversores y sus ahorros para la jubilación. Esta acción busca limitar la influencia de los asesores de voto que, según la administración, priorizan agendas políticas radicales en lugar de centrarse en el rendimiento de los inversores.
El decreto instruye al presidente de la Comisión de Valores y Bolsa (SEC) a revisar las regulaciones vigentes que afectan a estos asesores. Específicamente, se propone desvincular las directrices relacionadas con la diversidad, equidad e inclusión (DEI) y los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) de la asesoría de voto, elementos que han suscitado controversia en el ámbito de la inversión. La medida también prevé medidas más estrictas para garantizar que los asesores actúen en el mejor interés de los trabajadores y jubilados estadounidenses.
Una de las críticas más acentuadas de este decreto se centra en el dominio de dos actores extranjeros en el mercado de los asesores de voto: Institutional Shareholder Services y Glass Lewis. Estas empresas, que controlan más del 90% del sector, han sido acusadas de imponer sus propias agendas, en ocasiones en detrimento de los intereses financieros de los ciudadanos estadounidenses. Para muchos, esta influencia extranjerizada en decisiones corporativas clave es simplemente inaceptable.
Algunos expertos destacan que la mala práctica de adoptar automáticamente las recomendaciones de estos asesores, sin un análisis independiente, otorga un inmenso poder a estas entidades sobre aspectos importantes como la composición de la junta directiva y la compensación ejecutiva. Este enfoque ha generado preocupaciones sobre posibles conflictos de interés, donde las políticas unilaterales podrían sacrificarse los rendimientos de los accionistas en favor de metas ideológicas.
Además, el decreto busca restablecer la confianza en la industria de los asesores de voto. A través de cambios regulatorios, se pretende garantizar que las decisiones de inversión no se vean influenciadas por agendas políticas, sino que se basen únicamente en el rendimiento y el bienestar de la economía estadounidense.
En una nota más optimista, el presidente Trump afirma que su objetivo es incrementar las oportunidades financieras para todos los estadounidenses, asegurando que puedan construir su riqueza. Entre sus promesas, se destaca la intención de mantener la política alejada de las cuentas de jubilación. Las medidas contempladas en este decreto no solo buscan proteger el dinero de los inversores, sino también impulsar la economía a través del ahorro y la inversión.
De cara al futuro, estas decisiones políticas podrían tener un impacto formidable en el mercado de valores y en la confianza de los inversores. La administración Trump se plantea como un bastión de cambio en un sector que ha demostrado ser sensible a las corrientes políticas, prometiendo retorno y estabilidad en un momento donde muchos estadounidenses anhelan seguridad financiera en su retiro.
Fuente: WhiteHouse.gov

















