En respuesta a las crecientes necesidades de las protectoras de animales, estas entidades han emitido un llamamiento urgente a la Administración demandando más recursos económicos y un incremento en la supervisión del cumplimiento de las leyes por parte de los ciudadanos.
Manila, una perra joven de no más de tres años, se convirtió en el rostro de la lucha contra el abandono y el maltrato animal al ser hallada en un estado de salud deplorable, atada a una valla en Argamasilla de Calatrava, Ciudad Real. Con lesiones visibles por leishmaniosis severa y otras marcas de un pasado de negligencia, su rescate puso de manifiesto las dificultades que enfrentan los grupos de defensa animal.
El grupo local ArgAnimal, a través de Elena García Galán, se hizo cargo de la situación y empezó a prestar la ayuda necesaria a pesar de que normalmente correspondería a la Policía Local entregar a la perra a la residencia canina designada por el Ayuntamiento. Sin embargo, García Galán indica que estos centros suelen no ser el destino más seguro para los animales en estado crítico.
El Ayuntamiento de Argamasilla de Calatrava no ha emitido comentarios respecto a este caso. La incógnita de la vida anterior de Manila pesa en el aire, con la sospecha de que fuera propiedad de un ganadero local. Hoy en día, gracias a la atención y los medicamentos recibidos, Manila muestra signos de recuperación y se espera que pueda ser adoptada una vez concluya su tratamiento.
En los casos de animales con microchip, las asociaciones, como ArgAnimal, pueden efectuar denuncias contra los propietarios. No obstante, esta acción no siempre resulta en sanciones efectivas ni en la retirada definitiva del animal del cuidado de sus antiguos dueños.
Los problemas que las protectoras enfrentan son aún más agudos considerando que la Ley de Bienestar Animal no protege a todos los animales por igual, dejando fuera a perros de caza y aquellos utilizados en actividades deportivas. Además, García Galán expone que las administraciones locales tienden a contratar a empresas de recogida animal basándose primordialmente en la oferta económica, ignorando la calidad de los servicios.
Desbordadas por el volumen de casos de abandono animal, especialmente en Castilla-La Mancha, las organizaciones protectoras se sostienen fundamentalmente mediante donaciones y el esfuerzo de voluntarios, ya que la ayuda pública es prácticamente inexistente. Así lo refleja la situación de ArgAnimal, que ha solicitado recursos económicos adicionales y la instauración de controles más estrictos en aspectos como la identificación mediante microchip y las esterilizaciones.
Las redes de solidaridad y soporte mutuo entre organizaciones, potenciadas a través de las redes sociales, juegan un papel fundamental en la búsqueda de hogares para los animales y en la coordinación de las necesidades de las distintas protectoras, ya sea en la región o más allá de sus fronteras. Sin embargo, las protectoras de animales insisten en la necesidad de un compromiso más firme por parte de las autoridades para hacer valer los derechos y el bienestar animal.
