Después de casi dos años desde su estreno, House of the Dragon regresa con una segunda temporada llena de intriga y acción. La primera temporada tuvo sus altibajos, con un ritmo apresurado y varias escenas sangrientas de nacimientos. El primer episodio de la nueva temporada muestra mejoras significativas, dejando atrás esos problemas iniciales. Los seguidores pueden esperar eventos impactantes que superarán las expectativas. La segunda temporada comienza unos días después del final de la primera, con la muerte del Rey Viserys Targaryen (Paddy Considine). Su consejo ha conspirado para colocar a su nieto Aegon II (Tom Glynn-Carney) en el Trono de Hierro, ignorando la designación de Rhaenyra Targaryen (Emma D’Arcy) como heredera.
Rhaenyra, escapando a Dragonstone, comienza a reunir un ejército para reclamar su trono. Su hijo, Jacaerys (Harry Collett), vuela al norte de Winterfell para buscar la alianza de Cregan Stark (Tom Taylor) en el Muro. Los Starks han regresado y, aunque Cregan advierte sobre el “invierno que se avecina”, acepta apoyar la reclamación de Rhaenyra al trono. La adición de los combatientes del norte refuerza significativamente su ejército. Sin embargo, Jacaerys recibe la trágica noticia del asesinato de su hermano Lucerys (Elliot Grihault) por Aemond Targaryen (Ewan Mitchell).
Mientras tanto, Rhaenys y su esposo, Corlys Velaryon (Steve Toussaint), mantienen un bloqueo naval para proteger Dragonstone y Driftmark. Corlys, comandante de la flota real y ex Maestro de Barcos, se recupera de una batalla con piratas. Alyn (Abubakar Salim), miembro de su tripulación, lo rescata y le presenta un puño de espada encargado para Lucerys antes de su muerte. La segunda temporada de House of the Dragon ya se perfila como una mejora significativa respecto a la primera, con un ritmo más ajustado y personajes secundarios tan atractivos como los principales. La serie se encamina hacia una guerra inevitable, con horrores inimaginables en el horizonte. La lucha por el trono de hierro apenas comienza y promete mantener a los espectadores al borde de sus asientos.
