La reciente orden ejecutiva firmada por el Presidente busca transformar radicalmente el panorama regulatorio en el sector energético de Estados Unidos. A través de la implementación de un enfoque de «presupuesto regulatorio basado en cero», la administración pretende eliminar regulaciones obsoletas que, según la Casa Blanca, estrangulan la innovación y el crecimiento en el campo energético.
La orden destaca un hecho alarmante: el Código de Regulaciones Federales ha crecido de manera insostenible, alcanzando casi 200,000 páginas, una extensión que dificulta la revisión seria y meticulosa de las normas vigentes. Este aumento ha generado un régimen de «gobernanza a través de reguladores», que aprovecha la complejidad de estas leyes para aplicar reglas que a menudo sobrepasan la intención del Congreso.
La iniciativa, que incluye la creación de provisiones de «caducidad» en las normativas existentes, obligará a las agencias responsables de la regulación energética a revisar periódicamente sus normativas. Las agencias afectadas especificadas por la orden incluyen la Agencia de Protección Ambiental (EPA), el Departamento de Energía (DoE), la Comisión Federal de Regulación de Energía (FERC) y la Comisión Reguladora Nuclear (NRC), entre otras.
A partir de la fecha de la orden, se establece que cada regulación vigente tendrá una «Fecha de Caducidad Condicional» de un año, a menos que la agencia decida extender su vigencia tras una evaluación de costo y beneficio. Este proceso se alinea con la visión de liberar al sector energético de las cadenas de la burocracia excesiva, promoviendo así un entorno que favorezca la innovación y la competitividad.
Además, la administración asegura que las nuevas regulaciones deberán incluir una Fecha de Caducidad Condicional que no exceda los cinco años, lo que obligará a las agencias a justificar su continua vigencia o a revisarla en un plazo razonable. Este movimiento, en parte, responde a la necesidad de modernizar un sector energético que, según el Presidente, sigue atrapado en modelos y mentalidades de décadas pasadas.
La Casa Blanca ha enfatizado que este cambio es esencial no solo para el crecimiento económico, sino también para asegurar que Estados Unidos mantenga su liderazgo energético en un mundo cada vez más competitivo. Con esta orden, el Gobierno espera estimular un renacer en la producción de energía, beneficiando así a los ciudadanos comunes con un acceso más asequible y abundante a la energía.
A medida que se avanza con esta política, muchos observadores estarán atentos a cómo se implementará en la práctica y a los efectos que tendrá sobre el panorama energético de la nación. Mientras tanto, se abre un nuevo capítulo en la regulación energética de Estados Unidos, que promete ser tanto un desafío como una oportunidad.
Fuente: WhiteHouse.gov