Entre la diversidad de opiniones, necesidades y contextos políticos de los países del Indo-Pacífico, emerge una pregunta crucial de cara a las elecciones presidenciales en Estados Unidos: ¿Cuál de los candidatos —la demócrata Kamala Harris o el republicano Donald Trump— es preferido por estas naciones? La respuesta, lejos de ser uniforme, varía significativamente de un estado a otro, reflejando la complejidad geopolítica y los intereses estratégicos de cada país involucrado.
China se encuentra en una posición particularmente delicada, donde ninguno de los dos candidatos parece satisfacer plenamente sus intereses. La administración de Trump, con su enfoque empresarial y su política de mano dura, particularmente en temas económicos y territoriales como el Mar de China Meridional, ha sido percibida como una constante amenaza. Por otro lado, Kamala Harris, aunque menos predecible en sus políticas hacia China debido a su menor experiencia en la arena internacional, podría continuar la línea de la actual administración demócrata, que ha mantenido una postura firme en cuestiones de bloqueo tecnológico, apoyo a Taiwán y Filipinas, además de fortalecer las alianzas defensivas como Aukus. Estos elementos colocan a ambos candidatos en un espectro de incertidumbre para Pekín, aunque con matices significativos en sus enfoques.
La India, por su parte, muestra una dinámica diferente. La “sangre india” de Harris podría inclinar la balanza electoral entre los indoamericanos a su favor, demostrando el papel de las identidades personales en la política internacional. Sin embargo, la buena relación entre Trump y el primer ministro Narendra Modi, marcada por un conservadurismo compartido y políticas similares, podría jugar a favor del candidato republicano. Esto a pesar de las políticas restrictivas en materia de visas y aranceles aplicadas durante su mandato, que luego fueron levantadas por Biden.
Japón, en contraste, vivió una «luna de miel» con la administración de Biden, prefiriendo la continuidad y previsibilidad que una victoria demócrata aseguraría, a pesar de los desafíos internos y la reciente pérdida de la mayoría parlamentaria por parte de la coalición gobernante conservadora del país.
Corea del Sur favorece a Harris, buscando mantener la estabilidad y el soporte militar estadounidense en la región, crucial frente a la amenaza nuclear de Corea del Norte y las tensiones con China y Rusia. La propuesta de Trump de hacer pagar a los aliados por su protección genera preocupaciones en Seúl por las implicaciones económicas y de seguridad.
Filipinas, bajo la administración de Ferdinand Marcos Jr., ha establecido acuerdos militares con Estados Unidos que buscan la protección ante la agresividad de China en el Mar de China Meridional. La buena relación de Harris con Marcos Jr., y el apoyo de Trump al predecesor de Marcos, Rodrigo Duterte, deja a Manila en una posición de espera ante el resultado electoral.
Taiwán se encuentra ante la necesidad de un apoyo estadounidense firme frente a las ambiciones de China. La administración Trump proporcionó un respaldo significativo, pero su enfoque impredecible genera ansiedad sobre el nivel de apoyo en caso de un conflicto armado. Harris, sin ser tan directa como Biden en su apoyo militar, representa una opción más segura para la isla.
Finalmente, Vietnam muestra una preferencia por Trump, destacando la popularidad del candidato republicano tanto entre los votantes de origen vietnamita en Estados Unidos como en Vietnam mismo. La cercanía personal de Trump con el país y los acuerdos comerciales establecidos bajo su administración pesan en la balanza a su favor.
Esta diversidad de preferencias en el Indo-Pacífico destaca la complejidad de la política exterior estadounidense y cómo la personalidad de los candidatos, sus políticas previas y sus propuestas de campaña impactan directamente en las percepciones y esperanzas de diversas naciones estratégicamente cruciales. Con cada país considerando su propio conjunto de intereses y objetivos, la elección estadounidense se convierte en un espejo de las tensiones y aspiraciones globales, reiterando la importancia de la presidencia estadounidense en el tablero internacional.