Este segundo año de pandemia ha seguido el guión de la segunda temporada de cualquier serie exitosa:
- Un comienzo agitado en crescendo, donde se cuestiona el final feliz de la temporada anterior;
- Un desarrollo tranquilo donde parece que los problemas ya se superaron, se olvida que había un problema y por fin todo parece volver a la normalidad;
- Un vuelco de guión donde las cosas se complican de nuevo de modo inesperado;
- La traca final (en forma de ómicron), cuyo desenlace en este caso aún desconocemos.
Lo malo es que no es una serie, sino la vida misma, quien nos ha traído tantas sorpresas.
Sorpresa 1: las vacunas previenen enfermedad grave y muerte
Los datos publicados de los ensayos preclínicos y clínicos de las vacunas indicaban la alta capacidad de las mismas para prevenir la muerte y los síntomas más graves de covid-19. La comprobación es directa en la gráfica siguiente, que representa el número de fallecidos por covid-19 en España en el último año. Recordemos los inicios tímidos del proceso de vacunación y el acelerón primaveral.
Pero se siguen produciendo casos graves y fallecimientos. En la siguiente tabla se muestran los datos crudos de los dos últimos meses, recordando que la población vacunada es del 80% entre mayores de 12 años. Esa es la gran diferencia y donde también se constata la eficiencia de las vacunas.
Sorpresa 2: las vacunas no evitan la transmisión
Hace justo un año, en diciembre de 2020, en España Araceli recibía la primera vacuna contra covid-19. Este gran hito fue seguido por una campaña de vacunación masiva cuyos resultados se fueron viendo día a día, como hemos visto en el apartado anterior.
Esto nos llevó a un paulatino aumento del optimismo. Muchos pensábamos que, una vez vacunada toda la población, se acabaría el problema de covid-19. Y todos (incluso quienes informamos sobre ciencia) comenzamos a centrarnos en otros temas que habíamos abandonado con el comienzo de la pandemia. Resultó ser un merecido respiro, pero no el final de nuestros avatares.
Nos esperaban dos sorpresas desagradables. Una de ellas la sospechábamos pero desconocíamos el impacto real. La otra nos pilló con la guardia baja, como tantos otros eventos de la pandemia.
Primero se ha comprobado que las vacunas que se están administrando no evitan la transmisión del virus. Es decir, una persona vacunada puede transmitir el virus, aunque no enferme de gravedad.
El siguiente jarro de agua fría fue la constatación de que los anticuerpos en sangre generados por las vacunas descienden mucho con el tiempo, y sobre todo mucho antes de lo que pensábamos. La duración estimada ahora mismo es de unos cuatro meses. Ante nuevas variantes, pasado este periodo, es más fácil que la persona se infecte y contagie.
Sorpresa 3: las variantes están agotando el alfabeto griego
Entre 2020 y 2021, el SARS-CoV-2 ha sido capaz de transformarse un gran número de veces y mostrarnos diferentes variantes. Cuatro de ellas nos han traído de cabeza en 2021 y han sido denominadas por la OMS como variantes preocupantes (VOC). Nos referimos a Alpha, Beta, Gamma y Delta. Desde octubre de 2020 en que apareció en la India la variante Delta, no se había identificado ninguna otra variante importante de preocupación.
Sin embargo, nos esperaba otra desagradable sorpresa para finalizar el año. De acuerdo con informes de la OMS, el primer caso confirmado de infección causado por Ómicron fue identificado el 9 de noviembre del 2021. Dos días después se obtenía en Botswana la primera secuencia de esta variante. Más de 60 mutaciones/deleciones/inserciones han sido identificadas en Ómicron, haciendo de esta variante la que mayor número de cambios presenta de todas las identificadas hasta la fecha.
Los datos que tenemos hasta ahora son los obtenidos en Sudáfrica, Dinamarca y Reino Unido. Parece que es mucho más transmisible que Delta. Según Martin Hibberd, profesor de enfermedades infecciosas emergentes en la London School of Hygiene & Tropical Medicine (Londres, Reino Unido), el R0 (la capacidad de expansión) de Ómicron podría estar en torno a 10, frente a un 2,5 del virus inicial de Wuhan y un 7 de la variante Delta.
Es muy probable que se convierta en la variante predominante en la mayoría de los países.
No está muy claro que sea menos virulenta que Delta, pero hay algunos estudios, como el realizado en Escocia, que sugieren una reducción de 2/3 en el riesgo de hospitalización. Pero claro, esto en población vacunada. Qué sucederá en países con baja tasa de vacunación es aún una incógnita.
Sorpresa 4: cada ola es la última, pero sólo en nuestra cabeza
En España vamos ya por la sexta ola del virus. E invariablemente, cada vez que una nueva ola se acerca a su máximo, pensamos que va a ser la última. Hasta que, debido a los numerosos contagios, llega una nueva variante y nos muestra nuestro error.
Sin embargo, quienes saben de historia de las pandemias nos vienen avisando: no existe ningún precedente (salvo la gripe de 1917) de un virus que haya azotado a la humanidad y luego se haya esfumado como por arte de magia. El virus de la gripe no se esfuma, sino que muta tanto que es totalmente irreconocible de un año para otro. Pero, en fin, quizá es bueno que durante cada ola pensemos que es la última. Esto nos ayuda a aguantarla y a no desesperar ni tirar la toalla. Pura naturaleza humana, puro ejercicio de supervivencia.
Sorpresa 5: hemos aprendido a vivir con la incertidumbre, ¿o no?
Durante la primera mitad del año, el optimismo provocado por las vacunas nos llevó a planificar un año relativamente normal. Sin embargo, no ha sido así. La sucesión de variantes del virus capaces de esquivar en parte la inmunidad de las vacunas y la constatación de que estas no evitan la transmisión nos ha hecho cambiar nuestros planes. O no cambiarlos, pero enfrentarnos a la incertidumbre con respecto al futuro. Un segundo año de incertidumbre ha mostrado la gran capacidad de adaptación que tenemos.
Pero no nos engañemos, no somos completamente inmunes a los efectos de tanta incertidumbre sobre el estado de ánimo. Este año en España se han diagnosticado 2,1 millones de personas con depresión, 230 000 de ellas grave. El 5% de los españoles padece ansiedad o depresión. Esto demuestra que la resistencia psicológica tiene un límite y la pandemia está dejando una fuerte huella emocional.
Nuestro deseo para 2022 es que estemos viviendo ya los últimos episodios de esta serie pandémica, y que el próximo balance anual sólo contenga sorpresas positivas.
Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el original aquí.