Optimizando la Fecundidad: El Rol Vital de las Relaciones Sexuales Durante la Reproducción Asistida con Clínicas Eva

Someterse a un tratamiento de fertilidad puede constituirse en una experiencia compleja y enriquecedora para aquellas parejas que enfrentan dificultades para concebir de manera natural. La fecundación in vitro (FIV) y la inseminación artificial son caminos esperanzadores pero también retadores cuando el deseo de tener un hijo se convierte en la principal prioridad de una pareja. Este proceso, que a menudo se extiende más allá de lo esperado, puede poner a prueba la solidez de la relación, afectando distintos aspectos de la vida en común, incluida la intimidad sexual.

La sexualidad, según explica la doctora Beatriz García, especialista en ginecología y obstetricia de Clínicas Eva, tiende a ubicarse en una posición compleja durante los tratamientos de reproducción asistida. La tensión emocional que acompaña a los ciclos de tratamiento puede generar estrés, llevando a la pareja a experimentar dificultades en su vida íntima. Por ello, García enfatiza la importancia del asesoramiento psicológico para ayudar a las parejas a navegar estos períodos de incertidumbre y preservar su conexión emocional y física.

A pesar de los desafíos, mantener la vida sexual activa es recomendable para fortalecer la intimidad y el vínculo de la pareja, siempre y cuando se sigan ciertas precauciones específicas del tratamiento en curso. Durante los procesos de inseminación artificial, por ejemplo, puede ser necesario un período de abstinencia determinado por el tiempo requerido para la obtención de una muestra de semen óptima. En contraste, la FIV puede demandar evitar las relaciones sexuales en ciertas etapas, especialmente cuando existe un riesgo de molestias o complicaciones derivadas de la estimulación ovárica controlada.

La vitrificación de óvulos, proceso por el cual se congela el material genético para un uso futuro, también implica restricciones sexuales en los días previos a la extracción. Sin embargo, una vez logrado el embarazo, la mayoría de las parejas puede retomar su actividad sexual con un riesgo mínimo, salvo en circunstancias específicas que ameriten precaución.

Un aspecto a destacar, según García, es la desmitificación de la creencia en que la actividad sexual durante los tratamientos de fertilidad pueda afectar negativamente los resultados. Es crucial que las parejas se despeguen de culpas infundadas y se concentren en mantener una dinámica de apoyo mutuo, explorando nuevas maneras de conectarse íntimamente.

En resumen, la reproducción asistida es una jornada que demanda paciencia, comunicación y comprensión entre los miembros de la pareja. La sexualidad juega un papel fundamental en este viaje, no solo como medio para alcanzar la concepción, sino como una expresión vital de amor y conexión que puede y debe adaptarse a las circunstancias que el tratamiento exija. Beatriz García concluye remarcando la idea de que, a pesar de las adversidades, es posible encontrar un balance saludable que permita a la pareja vivir esta experiencia de manera positiva y enriquecedora.

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