Las chinches de cama, insectos parásitos hematófagos, se han convertido en un problema creciente en hogares y establecimientos a nivel global. En España, la especie predominante es la Cimex lectularius, conocida comúnmente como chinche de cama. Este insecto se adhiere fácilmente a ropa, muebles y equipaje, lo que facilita su transporte y expansión a diferentes lugares, desde hoteles hasta viviendas particulares. Aunque no transmiten enfermedades infecciosas, sus picaduras son molestas, provocando hinchazón, enrojecimiento y urticaria en la piel. Además, pueden generar problemas emocionales como ansiedad e insomnio en las personas afectadas.
Eliminar una plaga de chinches resulta complicado, ya que estos insectos se adaptan rápidamente a los insecticidas, especialmente en zonas con alta densidad de población y movilidad. Un ejemplo reciente es la plaga extendida en Francia, que requirió la intervención del Ayuntamiento de París y del Gobierno.
En respuesta al aumento global de estas plagas, un estudio recientemente publicado por la Entomological Society of America muestra hallazgos preocupantes. Dos empresas españolas de control de plagas, Rentokil Initial y Lokimica, han participado en esta investigación que analizó 99 muestras de chinches de varios países, incluyendo España. El estudio, que utilizó métodos morfológicos, genéticos, bioquímicos y filogenéticos, destacó un aumento en las mutaciones de resistencia y mecanismos de detoxificación en chinches de diversas regiones.
Rubén Bueno, entomólogo y director técnico del centro europeo de control vectorial de Rentokil Initial, y uno de los autores del estudio, subraya la relevancia de adoptar nuevos enfoques para combatir a estas resistentes plagas. Los tratamientos de calor se presentan como una solución eficaz, segura y eco-amigable. Estos tratamientos incrementan la temperatura de los ambientes infestados para eliminar las chinches, independientemente de su etapa de desarrollo. A diferencia de los insecticidas, las chinches no pueden desarrollar resistencia al calor, lo que garantiza la eliminación completa de huevos, ninfas y adultos y disminuye el riesgo de reinfestaciones a corto plazo.
En definitiva, frente a las resistencias químicas que presentan las chinches, los tratamientos térmicos surgen como una alternativa prometedora, no solo por su alta efectividad y seguridad, sino también por su menor impacto ambiental y coste a medio y largo plazo.