El dolor abdominal persistente, la diarrea crónica y una sensación de urgencia constante para ir al baño son síntomas que podrían indicar la presencia de una enfermedad que, en los últimos años, ha mostrado un aumento en su incidencia: la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII). En España, esta patología afecta aproximadamente al 1% de la población, con 10.000 nuevos casos detectados anualmente. La EII abarca principalmente dos afecciones: la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn.
Los síntomas de estas enfermedades son mayormente compartidos y se caracterizan por provocar diarrea y dolor abdominal. Sin embargo, presentan diferencias significativas en su manifestación. La colitis ulcerosa, que afecta al colon y al recto, a menudo se acompaña de mucosidad y sangre en las heces, como subraya Juan Arenas, jefe del Servicio de Aparato Digestivo de Policlínica Gipuzkoa. Por su parte, la enfermedad de Crohn no solo se manifiesta con estos síntomas, sino que también puede incluir pérdida de peso, falta de apetito y tenesmo rectal, una necesidad urgente de defecar sin éxito.
Para el diagnóstico de la colitis ulcerosa, la colonoscopia es la prueba primaria, permitiendo una visualización directa del colon. En la enfermedad de Crohn, además de la colonoscopia, pueden emplearse otras técnicas como la gastroscopia, resonancia magnética o ecografía. La última es cada vez más popular gracias a su carácter no invasivo.
La incidencia de la EII es similar en hombres y mujeres, con una tasa de entre 5 y 30 casos por cada 100.000 habitantes al año. Las edades más comunes para un diagnóstico oscilan entre los 15 y los 35 años, aunque puede aparecer a lo largo de toda la vida. La EII es una enfermedad influida por factores genéticos y ambientales. Se ha observado que las personas con antecedentes familiares tienen mayor riesgo de padecer estas enfermedades y se teoriza que cambios en la alimentación contemporánea podrían estar relacionados con su aumento.
A pesar de la complejidad de esta afección, los avances en la medicina han mejorado considerablemente su tratamiento. Además de los medicamentos tradicionales como los salicilatos y los corticoides, los inmunomoduladores y tratamientos biológicos como los inhibidores de TNF y el ustekinumab se suman a las herramientas disponibles. Recientemente, los inhibidores de JAK, un tratamiento oral, han mostrado una gran eficacia.
Desmitificando ideas erróneas, el Dr. Arenas aclara que ni la colitis ulcerosa ni la enfermedad de Crohn pueden curarse con dietas o remedios naturales. Un diagnóstico correcto y un tratamiento profesional son fundamentales para el adecuado manejo de estos trastornos. Es esencial acudir a un médico ante síntomas persistentes. Si alguien experimenta diarrea crónica acompañada de sangre o mucosidad, dolor abdominal, pérdida de peso o una urgente necesidad de ir al baño, es crucial buscar ayuda médica sin demora.