En las últimas tres décadas, el mundo ha presenciado una pérdida alarmante de bosques, con más de 420 millones de hectáreas desaparecidas entre 1990 y 2020, un área comparable en tamaño a la Unión Europea. Este fenómeno no solo amenaza la biodiversidad y desestabiliza los ecosistemas, sino que también reduce significativamente la capacidad del planeta para absorber dióxido de carbono, intensificando la crisis climática global.
La deforestación, influenciada en gran medida por la industria alimentaria, ha sido un foco de atención debido a sus impactantes contribuciones: la agricultura es culpable de aproximadamente la mitad de la deforestación mundial, con la producción de soja, cacao, café y palma aceitera a la cabeza, mientras que la ganadería aporta casi el 40%. Estas actividades conjuntas representan entre el 70% y 80% de la deforestación a nivel mundial, según datos del Parlamento Europeo.
Ante este grave desafío ambiental, la Unión Europea ha dado un paso adelante con la adopción del reglamento contra la deforestación (EUDR), que busca frenar la pérdida de bosques obligando a asegurar que ciertas materias primas clave como el café, el cacao, la soja, el aceite de palma y la carne de vacuno, comercializadas dentro de sus fronteras, provengan de áreas libres de deforestación. Este reglamento será de obligatorio cumplimiento primero para las grandes corporaciones a partir del 30 de diciembre de 2024, y posteriormente para PYMES y microempresas desde el 30 de junio de 2025.
En España, esto significa que aproximadamente 28.335 empresas del sector de la alimentación y bebidas, la rama manufacturera líder del país, tendrán que adaptarse a estas nuevas regulaciones. Esta transición representa un reto considerable pero también una importante oportunidad para demostrar su compromiso con la sustentabilidad y la justicia.
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