En muchas comunidades vecinales, la gestión de las instalaciones compartidas, como las piscinas, ha emergido como un motivo de controversia. Recientemente, una nueva normativa, que otorga a los vecinos la capacidad de regular el acceso de visitantes a estas áreas recreativas e incluso establecer tarifas, ha acaparado la atención.
Este tema surgió tras debates en varias comunidades de propietarios acerca de la conveniencia de restringir el uso de la piscina sólo para los residentes que estén al día con sus cuotas y que tengan autorización comunitaria. El objetivo es asegurar una convivencia armónica y un manejo más controlado de las instalaciones, evitando situaciones incómodas entre vecinos.
Algunas comunidades han implementado un sistema de registro de invitados, requiriendo a los residentes notificar previamente cualquier visita. La falta de cumplimiento podría conllevar sanciones e incluso la prohibición de acceso a visitantes no autorizados.
Adicionalmente, se ha propuesto cobrar una tarifa por cada invitado, con el fin de compensar los gastos de mantenimiento. Esta idea ha suscitado controversia. Algunos la ven como una medida excesiva que afecta la convivencia vecinal, mientras que otros defienden su necesidad para cubrir costos adicionales generados por la presencia de externos.
Con el verano en pleno apogeo, estas normativas están ganando terreno. Se están convocando asambleas extraordinarias para debatir estas regulaciones. Parece que la convivencia en áreas comunes continuará siendo un tema delicado, demandando acuerdos y entendimiento entre los vecinos.