En el norte de Israel, los anuncios televisivos que instruyen sobre cómo actuar en caso de ser herido por un misil se han vuelto una constante, reflejo de la cotidianidad bajo amenaza en la que viven sus habitantes desde hace más de un año. Ilana Goffer, del kibutz HaGoshrim, testimonia el destrozo en su vecindario y la ausencia de su hogar desde que la violencia escaló. El dolor y la incredulidad se hacen presentes en las palabras de Yehuda, su esposo, al recordar el horror vivido cuando Hamás irrumpió causando muerte y desolación.
En medio de esta realidad, emerge la voz de Ayelet, una pacifista que aboga por una coexistencia pacífica. Ella señala la vital importancia de sistemas defensivos como la Cúpula de Hierro para evitar una devastación similar a la de Gaza o Beirut en Israel. La guerra ha sumido a la Franja de Gaza en la peor crisis humanitaria de su historia, pero también ha dejado a Israel enfrentando uno de sus momentos más críticos en 75 años, no solo desde el punto de vista militar, sino también moral, social y económico.
Las manifestaciones pidiendo el fin de la guerra han ganado fuerza, pasando de ser mal vistas a reflejar el sentir de al menos la mitad de la población. Sin embargo, las negociaciones permanecen estancadas, con figuras como Benjamin Netanyahu y Yahya Sinwar en el centro de las críticas por su aparente indiferencia ante el sufrimiento humano.
El conflicto ha llevado a la movilización de 300,000 reservistas, revelando el significativo papel que juegan dentro del ejército israelí. A pesar del compromiso de algunos, como el actor y reservista Tsahi Halevi, la misión de traer a casa a los secuestrados parece cada vez más desalentadora.
El servicio militar, incluso en roles no combatientes como el de documentalista, expone a los soldados a traumas y dilemas morales profundos. Ora Brion habla de su hijo, cuyas experiencias en Gaza lo llevaron a pedir un traslado, y Samar, una árabe israelí, expresa el aumento de la sospecha y el miedo hacia su comunidad en un clima de seguridad tensa.
La guerra ha exacerbado las tensiones dentro de Israel, poniendo de relieve las profundas divisiones y el miedo que permea tanto a la población judía como árabe israelí. La lucha de los ciudadanos por mantener la esperanza y la humanidad en tiempos de guerra refleja la complejidad de un conflicto que no solo es militar, sino también profundamente social y humano.