En un acto sin precedentes, el Rey Mohamed VI de Marruecos ha concedido el indulto a tres destacados periodistas que estaban encarcelados, además de a varios activistas y exiliados acusados de diversos delitos. Esta decisión forma parte de una amnistía más amplia que ha beneficiado a un total de 2.476 personas, en conmemoración del 25 aniversario de su ascenso al trono, celebración conocida como la Fiesta del Trono.
Entre los periodistas indultados se encuentran Toufic Bouachrine, Souleiman Raissouni y Omar Radi, cuyas condenas se han visto como un ataque a la libertad de expresión en Marruecos. Bouachrine, encarcelado desde 2018 con una pena de 15 años, fue director del diario Akhbar al Youm, cerrado tras su detención. Raissouni, quien tomó la dirección del mismo periódico, fue condenado en julio de 2021 a cinco años de prisión. Por su parte, Omar Radi, conocido por su trabajo en la prensa francófona marroquí y su participación en investigaciones internacionales, fue condenado a seis años en marzo de 2022.
Curiosamente, ninguno de estos periodistas fue condenado por su labor informativa, sino por supuestos delitos sexuales, acusaciones que siempre han negado. En el caso de Radi, también se le añadió el cargo de espionaje. Estas condenas han sido criticadas tanto nacional como internacionalmente, calificándolas de injustas y un ataque a la prensa. De hecho, el Parlamento Europeo aprobó una resolución pidiendo su liberación el 19 de enero de 2023.
Además de los periodistas, otros beneficiarios del indulto incluyen diversas figuras destacadas del ámbito político y social de Marruecos que se encontraban en el exilio o que no habían sido encarceladas, lo que sugiere un gesto de reconciliación del monarca con ciertos sectores críticos del país. Sin embargo, notablemente ausentes de la lista de indultados están los líderes del movimiento de protesta del Rif, incluido su líder Nasser Zefzafi, detenido en mayo de 2017 y condenado a 20 años de prisión.
La decisión del Rey Mohamed VI ha generado reacciones variadas. Por un lado, se ve como un paso hacia la mejora de la situación de los derechos humanos en Marruecos, mientras que por otro lado, hay quien lo considera insuficiente al no abordar la totalidad de los casos de detenidos por expresar disidencia.
Este acontecimiento llega en un momento de tensión entre Marruecos y otros países, en especial tras el primer desencuentro con la administración de Biden en Estados Unidos por el encarcelamiento de periodistas. Además, la liberación de estas figuras públicas también podría interpretarse como un intento de mejorar la imagen del país a nivel internacional, en un período donde las relaciones diplomáticas y los derechos humanos están cada vez más entrelazados.
La cuestión ahora es si este acto de clemencia será un caso aislado o si marcará el comienzo de un cambio más profundo en la política marroquí en lo que respecta a la libertad de expresión y el tratamiento de los disidentes políticos.