Miguel de Molina, la copla como una de las bellas artes

La exposición “Arte y Provocación. La copla como género escénico” que se puede visitar hasta el 13 de octubre en Almagro recoge un impactante material gráfico e indumentarias procedente de la Fundación Miguel de Molina y el Museo Nacional del Teatro.

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“Yo llegué al mundo en una España en la que reinaba Alfonso XIII y en una Andalucía en la que quienes ‘gobernaban’ eran la pobreza, el hambre, los terratenientes, la ignorancia…”. Con esta impresionante frase al lado de la mítica fotografía en la que Miguel de Molina lanza al cielo el humo de su cigarrillo comienza esta exposición que no puede ni debe dejar indiferente a ninguno de sus visitantes. Una biografía que conviene leer con detalle por lo que nos retrata como pueblo.

Una primera parte que sirve de aperitivo delicatessen para lo que vendrá después dedicada a La Copla en el Arte donde, entre otros muchos tesoros, se encuentran algunos diseños de vestuarios del escritor, periodista, dibujante, modisto, músico, libertino, letrista de cuplés español y sorprendentemente casi desconocido Álvaro de Retana.

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Federico García Lorca, Margarita Xirgu, Joan Manuel Serrat, Juan Domingo Perón o Juan Belmonte son algunos de los casi cien retratos y dedicatorias que encontraremos sobre el muro del Espacio de Arte Contemporáneo del Hospital de San Juan de Dios.

El día que nací yo, Triniá, Te lo juro yo, Ojos verdes o La bien pagá son algunas de las canciones a las que puso voz primigeniamente Miguel de Molina, una vida y una voz usurpada y enviada al exilio, primero al político y después al del olvido. Un Miguel de Molina al que tres machos sacaron a rastras del teatro Pavón hasta la Castellana donde le dieron una paliza “por rojo y por maricón”, y por querer ser diferente en un país de prietas las filas.

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Un país que ocultó y despreció a su Gardel, que como el del tango, cada día canta mejor, aunque sea por voces interpuestas, como la de Carlos Cano, o como las de Martirio y Miguel Poveda, que apadrinan esta exposición. Cultura popular a la que le robaron esta figura “que simbolizó la pasión, la libertad y el compromiso: provocando fascinación y controversia”.

Unas rosas rojas cuelgan del techo mientras canta Carlos Cano ante los carteles donde se anuncian las actuaciones del maestro y una cortinilla nos abre el camino hacia una maravillosa colección del vestuario diseñado por Miguel de Molina que se expone junto con los trajes que creó Franca Squarciapino para el espectáculo Azabache. Al fondo una proyección en blanco y negro de Miguel de Molina sin voz que contrasta con el colorido de los trajes expuestos que cantan por sí solos. Junto a los trajes unas vitrinas exponen, como si fueran joyas, una colección de botines de Miguel de Molina, unas botas que no necesitan de interpretación, ni de explicación.

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Al fondo, tras la pantalla, un acceso casi camuflado conduce a la última sala de la exposición, un lugar íntimo donde apenas pueden entrar cuatro personas a la vez y donde se acaba de comprender lo peligroso que es jugar con fuego.

La exposición ‘Arte y Provocación. La copla como género escénico’ puede visitarse hasta el 13 de octubre en el Espacio Arte Contemporáneo Hospital de San Juan de Dios de Almagro (Ciudad Real).

Texto de José An. Montero

Fotos María Ramos

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