En diciembre de 2020, Donald Trump hizo historia al convertirse en el primer líder de un país democrático en reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, marcando un momento crucial en las relaciones entre Estados Unidos y Marruecos. Este reconocimiento, que coincidía con el 49 aniversario de la Marcha Verde, ha sido celebrado por el palacio real marroquí como un «gesto memorable» y un «punto de inflexión», según expresó el rey Mohamed VI en su mensaje de felicitación a Trump tras su reciente victoria electoral, anticipando una era de cooperación reforzada y una asociación estratégica más amplia.

La decisión de Trump era parte de un acuerdo más amplio que buscaba la normalización de las relaciones entre Marruecos e Israel, conocido como los Acuerdos de Abraham, a cambio de dicho reconocimiento. Este movimiento no solo fue visto como un cambio significativo en la política exterior de Estados Unidos sino que también provocó una serie de reacciones a nivel internacional, incluida una crisis diplomática con España y tensiones con otros países europeos, como Alemania.

La suspensión de una cumbre entre Marruecos y España, alegando razones sanitarias, fue interpretada por muchos como una señal de los verdaderos motivos políticos detrás de esta decisión. No obstante, el apoyo explícito a la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental por parte de Trump abrió el camino para que el gobierno español eventualmente mostrara una postura menos neutral sobre el conflicto, alineándose más con la posición marroquí en marzo de 2022.

Con el regreso de Trump a la Casa Blanca, Marruecos anticipa el cumplimiento de promesas previas, como la apertura de un consulado de EE.UU. en Dajla y la expansión de maniobras militares conjuntas, y espera que esta nueva administración estadounidense pueda significar un avance en sus intereses en el Sáhara Occidental. Sin embargo, este apoyo también genera preocupaciones en España y entre los partidarios del Frente Polisario, quienes temen que pueda llevar a una escalada del conflicto en el Sáhara Occidental.

Aunque expertos argelinos y marroquíes muestran escepticismo sobre cambios radicales en la política estadounidense hacia la región, reconocen que la posición de EE.UU. en el Consejo de Seguridad de la ONU podría representar obstáculos adicionales para la autodeterminación saharaui. La segunda presidencia de Trump, por tanto, plantea tanto oportunidades como desafíos para la región del Magreb, señalando un momento decisivo en el futuro del Sáhara Occidental.

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