Los jóvenes con discapacidad tardan el doble en encontrar empleo, 2 años de media, según un informe de la Fundación Adecco

El próximo 12 de agosto se celebra el Día internacional de la Juventud, un marco en el que la Fundación Adecco, con la colaboración de Wärtsilä, presenta su 8º informe Jóvenes con Discapacidad, motor de futuro. En esta octava edición se ha realizado una comparativa entre las personas menores de 30 años con certificado de discapacidad y aquellas que no lo tienen, en aras de detectar dobles barreras, dificultades e inquietudes en el ámbito laboral. El informe basa sus conclusiones en una encuesta a un total de 800 jóvenes, 300 de ellos con algún tipo de discapacidad.

Luces y sombras en el empleo de los jóvenes con discapacidad
La generación zeta (nacidos a finales de la década de 1990 y principios del decenio 2000) ya ha realizado su incursión en el mercado laboral. Se trata de la cohorte de los nativos digitales, los que valoran la diversidad, enfocan de forma pragmática los problemas y se orientan al diálogo, entre otros atributos. Sin embargo, y al igual que sucede con la generación antecesora (los millennials o generación Y), los profesionales más jóvenes afrontan dificultades mayúsculas de acceso al mercado laboral, con una tasa de paro que hoy alcanza el 30%, frente al 13% general, según la EPA. Entre las causas de este elevado desempleo, hay que destacar la concatenación de crisis económicas que han vivido las generaciones jóvenes durante el tercer milenio: la Gran Recesión de 2008, la pandemia, el actual proceso de incertidumbre, la inflación sin precedentes y el incremento de los costes de producción, que moderan las contrataciones y dificultan el acceso a un primer empleo. Asimismo, existe un obstáculo estructural que se mantiene en el tiempo: una pronunciada desconexión entre las demandas empresariales y las competencias de la fuerza laboral joven. Esta brecha tiene su origen en un sistema educativo que no está suficientemente alineado con las necesidades del mercado laboral. y que es especialmente acusada entre los jóvenes con un menor nivel formativo.

En este marco, ¿qué sucede con los jóvenes con discapacidad? Indudablemente, además de las dificultades que ya afrontan las personas de su edad, ellos tienen que cargar con el estigma y los prejuicios asociados a la discapacidad, que siguen imperando en el imaginario social y que les asocian a profesionales con capacidades inferiores, más costosos o menos productivos, entre otros.

Por todo ello, el empleo de los jóvenes con discapacidad constituye todo un reto para la sociedad, un desafío que presenta luces y sombras que es conveniente analizar. Entre las primeras, un dato cuantitativo: en 2022 los jóvenes con discapacidad (menores de 25 años) firmaron un total de 27.741 contratos en España, un máximo histórico que representa un crecimiento del 16% con respecto al ejercicio 2021 y que ya ha superado los valores prepandemia (26.770 contratos en 2019).

Detrás de este incremento subyacen algunos avances que es oportuno resaltar:

Mayor eficiencia legislativa, cuatro décadas después de la aprobación de la LISMI, hoy ley general de las personas con discapacidad y su inclusión social), que exige a las empresas de más de 50 trabajadores la incorporación de un porcentaje de personas con discapacidad no inferior al 2%. En 2022 se cumplió el 40 aniversario de esta normativa legal, que se ha fortalecido al compás de cambios positivos en los valores y en la conciencia empresarial, así como un mayor interés y control ejercido por la Administración Pública.
Paulatino cambio de mentalidad y auge estrategias DE&I. Gracias a la mayor visibilidad de la discapacidad en la sociedad y a la expansión de las políticas de Diversidad, equidad e inclusión (DE&I) en las empresas, se ha ido superando la visión meramente jurídica y/o filantrópica de la discapacidad, en pro de una perspectiva más integral que valora su talento como motor de competitividad, reputación y/o mejora del clima laboral.
El empleo como propósito vital de las nuevas generaciones. Los jóvenes con discapacidad están sentando un nuevo paradigma, mediante el que conciben el empleo como un derecho fundamental, el vehículo por excelencia para normalizar su vida y alcanzar sus metas personales. A diferencia de generaciones anteriores, entre las que imperaba una cultura muy arraigada de protección social que les abocaba al subsidio o prestación, actualmente, los jóvenes con discapacidad tienen el factor trabajo plenamente integrado en su propósito vital y, de hecho, el 76% tiene aspiraciones profesionales concretas mientras que el 24% cree que lo importante es trabajar y le da igual en qué. Este porcentaje es bastante similar al recogido para el resto de los jóvenes (80%). En la misma línea, un 82% de los jóvenes con discapacidad desea encontrar empleo en el mercado abierto, en empresas ordinarias (entornos no protegidos), donde puedan convivir con profesionales con y sin discapacidad, trabajando en equipo en los mismos espacios y proyectos.

Las sombras, sin embargo, siguen siendo también múltiples y algunas suponen complejos desafíos para la equiparación de los jóvenes con discapacidad con el resto de las personas de su edad: una generación que ya afronta grandes dificultades de por sí. Entre otras, se destacan las siguientes:

Menor nivel formativo y falta de oportunidades de capacit

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