Los expertos piden campañas de concienciación sobre el radón similares a las del tabaco, según Sika

El radón, un gas radiactivo inodoro e incoloro, es considerado el segundo causante de cáncer de pulmón en el mundo, después del tabaco. Sin embargo, poco se sabe sobre su origen y cómo protegernos de sus efectos. Se produce por la desintegración natural del uranio presente en suelos y rocas y puede penetrar en el interior de los hogares o lugares de trabajo a través de grietas o materiales.

Para protegernos de este gas peligroso, es importante tomar medidas. El Código Técnico de la Edificación (CTE) establece un nivel de referencia para la concentración anual de radón y propone medidas para limitar su entrada en zonas habitables y así reducir los riesgos para la salud. Los expertos también piden campañas de concienciación para informar a los ciudadanos sobre si sus viviendas pueden estar expuestas y qué pueden hacer al respecto.

La presencia del radón está relacionada con la geología y determinados tipos de suelo. Algunas zonas con altas concentraciones son Galicia, Castilla y León, Madrid, Toledo, Extremadura, Sevilla, Cataluña, entre otras. Además, factores constructivos como la falta de ventilación en sótanos, paredes de piedra o ladrillo sin sellar correctamente, y pavimentos en contacto con el terreno pueden aumentar la difusión del radón.

El CTE propone varias medidas de protección contra el radón, como la creación de una cámara de aire, una barrera de protección entre el terreno y el edificio, y la despresurización mediante la instalación de tuberías que extraen los gases del terreno.

El Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja ha investigado junto a la empresa Sika soluciones de impermeabilización para proteger contra el radón. Han desarrollado una lámina de impermeabilización con un coeficiente de difusión del radón muy bajo, que envuelve la cimentación y evita que el gas pase a la zona habitable.

Sin embargo, uno de los desafíos para reducir las concentraciones de radón en el interior de los edificios es la falta de ventilación debido a la eficiencia energética. Los edificios cada vez son más estancos y herméticos, lo que dificulta la renovación del aire y contribuye a la acumulación de radón.

La Organización Mundial de la Salud recomienda formar a los profesionales de la construcción y ofrecer ayudas para eliminar o reducir el radón en los edificios existentes. Sin embargo, los expertos consideran que el Gobierno no está llevando a cabo suficientes campañas para mitigar los efectos de este gas nocivo.

Para concienciar sobre los riesgos del radón, los expertos solicitan que se incorpore esta información en el certificado de eficiencia energética, en las Inspecciones Técnicas de Edificios y en los certificados sostenibles. Además, consideran que se necesitan más incentivos y ayudas por parte del Gobierno para abordar este problema.

En resumen, el radón es un gas peligroso que puede causar cáncer de pulmón. Es importante estar informado sobre su origen y adoptar medidas de protección en los edificios para reducir sus concentraciones. La concienciación y la colaboración entre profesionales, empresas y el Gobierno son fundamentales para mitigar los efectos de este gas en la salud.

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