La Encrucijada Energética de Europa: Desafíos por el Conflicto con Irán y la Desaparición del Gas Ruso

El experto energético y director general de GESE, Diego Mateos, ha alertado sobre las posibles repercusiones a nivel mundial debido a la participación de Irán en el conflicto regional. Según sus declaraciones, esta situación podría tener serias implicaciones para el suministro global de gas, especialmente en lo que respecta al Gas Natural Licuado (GNL). El Estrecho de Ormuz, ruta por la que transita aproximadamente el 25% del GNL mundial, se encuentra en una posición crítica. Cualquier interrupción en esta vía crucial podría afectar significativamente las exportaciones de gas, en particular desde Catar, uno de los mayores exportadores de GNL a nivel global.

Asimismo, las tensiones geopolíticas han impactado también la producción interna de gas en Irán, país que ya se encuentra limitado por las sanciones internacionales. A pesar de contar con las segundas mayores reservas de gas del mundo, la intensificación del conflicto podría llevar a una reducción aún mayor de su producción. Esto afectaría a países vecinos como Turquía e Irak, dependientes del gas iraní para satisfacer su consumo interno. Esta situación incrementaría la competencia por el GNL en los mercados globales, lo que podría agudizar la presión sobre los precios en Europa y Asia.

Europa, ya enfrentando una crisis de suministro energético desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, podría verse particularmente afectada. Mateos subraya que tras la disminución de las exportaciones de gas ruso, Europa ha aumentado de manera significativa su dependencia del GNL. Cualquier interrupción del suministro proveniente de Oriente Próximo, junto con la creciente competencia con Asia, podría provocar una subida sustancial de los precios del gas, especialmente durante el invierno.

Mateos advierte sobre los desafíos que Europa podría enfrentar durante el invierno, cuando la demanda de calefacción y electricidad alcanza su punto máximo. La reducción del suministro de GNL a causa de la situación en Oriente Próximo podría llevar a una escasez de gas, impactando directamente los precios y la estabilidad económica de la región.

Un factor que complica aún más esta situación es la decisión de no renovar las autorizaciones del gasoducto ucraniano, una de las principales rutas para el suministro de gas ruso hacia Europa. Según Mateos, esta decisión marca un cambio radical en la estructura energética europea, obligando a los países del continente a depender más del GNL importado, especialmente desde Estados Unidos. La no renovación del gasoducto ucraniano representa un punto de inflexión que podría significar un aumento en el coste del gas debido a los gastos de transporte y almacenamiento del GNL en comparación con el gas por tubería.

El director de GESE señala que esta situación podría forzar a Europa a acelerar su transición hacia fuentes de energía más limpias y renovables. A largo plazo, la crisis energética actual podría impulsar el desarrollo de infraestructuras renovables y fomentar una mayor cooperación entre los países europeos para mejorar su seguridad energética.

Estados Unidos ha emergido como un actor clave en este escenario, consolidándose como el mayor exportador mundial de GNL, superando a Catar y Australia tras la crisis energética de 2022. Este protagonismo le ha otorgado a Estados Unidos una posición dominante en el mercado global del gas, permitiéndole utilizar el GNL como una herramienta de influencia geopolítica. La capacidad de Estados Unidos para exportar grandes cantidades de GNL ha permitido a Europa diversificar sus fuentes de suministro, reforzando al mismo tiempo la relación transatlántica.

Mateos concluye que el mercado del gas en Europa y el mundo continuará siendo un terreno volátil en los próximos años. A pesar de que la capacidad de Estados Unidos para producir y exportar grandes volúmenes de GNL ha ayudado a contener la subida de precios, el panorama a largo plazo sigue siendo incierto debido a la demanda global y las tensiones geopolíticas. Europa debe prepararse para un entorno energético más impredecible mientras enfrenta desafíos inmediatos en términos de seguridad energética y volatilidad de precios. La transición hacia energías renovables podría ofrecer una solución a largo plazo para mitigar estos riesgos, catalizando una aceleración en la transición energética de Europa y fortaleciendo su resiliencia frente a futuras perturbaciones en el mercado del gas.

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