El Hotel Posada de la Sillería, premio COACM en el apartado de Rehabilitación

Jesús Gómez-Escalonilla y Benjamín Juan Santágueda (Arquitectos San Lorenzo 8 SLP) fueron distinguidos el pasado 9 de junio por la mejor Rehabilitación en los I Premios de Arquitectura y Urbanismo convocados por el Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha.

El jurado destacó públicamente de la intervención en su fallo el ‘buen trabajo de restauración que revitaliza los valores culturales innatos del edificio’. «Se echaba de menos el reconocimiento a la labor de nuestro colectivo por nosotros mismos. Por eso, la recuperación de estos premios para la región ha sido más que bienvenida», opina Benjamín, para quien coincidir con Rafael Moneo -premiado por el conjunto de su trayectoria- aportó valor añadido a su galardón: «Contar con la presencia de Moneo en el acto fue una iniciativa que se valoró positivamente. La prueba es que todo el mundo quería hacerse una foto con él como recuerdo. Además, tuvo unas palabras muy amables respecto a nuestro proyecto que agradecimos mucho».

En este sentido, Benjamín Juan valora el esfuerzo que ya está haciendo el COACM por poner en valor a través de las RRSS y medios de comunicación la obra de los arquitectos castellano-manchegos.

El Hotel Posada de la Sillería está localizado en la calle de la Sillería, 10, de Toledo.  El promotor de la obra fue Construcciones Carmen SL. El edificio rehabilitado tiene una superficie construida de 1.350 m2 y la construcción corrió a cargo de Dagom Construcciones, siendo el  aparejador Juan Francisco Serrano; los arqueólogos Juan Manuel Rojas y Alejandro Vicente; la empresa responsable de la restauración Alcaén Restaura; y los responsables de la ingeniería Ana Pilar Izquierdo, Bernardo Muela, Mario Moreno y Alexma SA. Contaron también con la colaboración Lola Juan, arquitecta, y de Ara Torán y Luis Balairón, decoradores.

Los trabajos previos al inicio de la restauración comenzaron en 2017. Jesús y Benjamín redactaron el proyecto básico el año siguiente, con la colaboración del también arquitecto Carlos Graña. El proyecto de ejecución se visó en 2019. Al mismo tiempo se redactó el proyecto de restauración de fachadas para el Consorcio de la Ciudad de Toledo, en este caso con la colaboración Francisco Segado, responsable igualmente de la dirección de estas obras parciales.

«En el casco histórico de Toledo los edificios son muy antiguos, tienen varias fases constructivas, y de cómo se hayan ejecutado las sucesivas ampliaciones y reformas en el pasado, depende que sea más o menos complejo encarar las nuevas. En este caso, nos encontramos con una parte más coherente en la edificación principal, y con unas ampliaciones y reformas en otra zona que complicaron el proyecto», señala Benjamín. El edificio está situado en la esquina de los dos tramos de la quebrada calle de Sillería. Es fruto de la adición de dos edificaciones que, con diferentes niveles, se comunicaban de manera intricada. En éste, como en muchos de los inmuebles de la ciudad de Toledo, existen restos de construcciones más antiguas, desde testimonios del pasado romano hasta vestigios medievales. Son, sin embargo, más reseñables las trazas y restos de un edificio del siglo XV, que fue demolido para la construcción de la casa del XVII, punto de partida de la rehabilitación. Los restos de una yesería en el patio o las viguetas con papos tallados, que fueron reutilizadas como material de construcción en soleras o pies derechos, dejan testimonio de esta circunstancia.

Pero claramente, es la edificación barroca la que resulta mayoritaria en el edificio. La parte central es una construcción unitaria con muy buenos alfarjes y, sorprendentemente, tres bóvedas esquifadas de yeso: dos en planta baja –ocultas bajo el falso techo modular de una gestoría- y otra en planta primera. Esta fase edificatoria se traslada a fachada con una estructura donde lo macizo supera al hueco en los niveles inferiores. Sin embargo, el edificio, y compositivamente la esquina, se remata con una elegante logia ordenada por pilastras y huecos con arcos de medio punto. El revestimiento del conjunto es el denominado «revoco capuchinas»: un acabado de junta alzada y ladrillo policromado muy característico. «A la hora de encarar el proyecto, hubo una amplia fase de reconocimiento del edificio y su estructura, hasta llegar a conclusiones acerca de cuáles eran sus aspectos recuperables. A partir de ahí, buscamos soluciones, obviamente con un lenguaje moderno, pero siempre subordinado al que es propio del edificio antiguo. Mi opinión personal es que se tiene que reconocer la construcción original, por encima de las incorporaciones, siempre mesuradas», afirma Benjamín.

En el interior, el patio queda formalizado por la última gran reforma de finales del siglo XIX o primeros del XX. La familia propietaria en esos momentos (Barcos-Romano), decidió modificar la caja del patio y las escaleras principales. Probablemente el arquitecto municipal del momento, Juan García Ramírez, es el encargado de esta intervención. El patio, de color gris azulado, se formalizó con un lenguaje clásico con profusión de triglifos, metopas y pilastras acanaladas, muy similar a la fachada del domicilio del propio arquitecto: el número 6 de la misma calle.  Así, el principal desafío técnico para el estudio ha sido el de «conservar la estructura de madera que era restaurable y consolidar las bóvedas esquifadas de yeso que escapan a la estructura convencional de la casa patio», sigue el arquitecto.

El encargo del proyecto por parte de los promotores –Mónica y Alejandro- era la introducción de un uso hotelero y de hostelería en el inmueble, sin más condicionantes que el razonable aprovechamiento del mismo, respetando su dimensión histórica. Esta posición inicial unía una evidente sensibilidad con la inteligencia de poner el patrimonio adquirido al servicio del propio negocio. «Los promotores han sabido unir el respeto hacia el edificio con el sentido común para una adecuada explotación comercial del hotel», opina Benjamín.

Respecto a la propuesta arquitectónica, Arquitectos San Lorenzo destaca algunos aspectos o condicionantes. En primer lugar el respeto a la tipología. Estos edificios están construidos sobre un esquema de distribución a través de la galería. Así, para lograr una organización funcional coherente se mantuvo posición de la escalera histórica y se colocó la segunda en otro lugar del anillo del patio, en la zona más deteriorada. «No queremos decir que no exista la vía alternativa de la modificación tipológica, pero el resultado obtenido contendría una cierta desfiguración», señala el arquitecto.

La primera escalera -el tramo histórico- y los reformados que la continúan, se diseñaron para dar acceso a los múltiples niveles, pero generaban serias discrepancias entre las dos zonas del edificio. Mantener los niveles preexistentes ha permitido la conservación de la fachada del primer tramo de Sillería.

Con estas premisas aparece una segunda derivada del mantenimiento tipológico y de comunicaciones, que es la correspondencia entre el esquema espacial y la propia estructura. Así, los trabajos se centraron en la restauración o refuerzo de los elementos verticales y horizontales propios; entonces los esquemas de carga serán los mismos. Cualquier cambio en otro sentido, con los problemas añadidos de subsuelo de la ciudad, introducían múltiples incógnitas.

Arquitectos San Lorenzo ha utilizado un criterio de preponderancia de lo original sobre el resto. Estos elementos –los antiguos- debían ser, sin duda, los de mayor protagonismo. Para el resto –lo nuevo- han utilizado un lenguaje actual con numerosas soluciones, pero limitando los materiales utilizados; cosas diferentes con el mismo criterio. El condicionante para su diseño fue la subordinación: la percepción de cualquier espectador debería ser la de encontrase en un antiguo edificio. Este equilibrio nunca es sencillo, y la tentación de que lo antiguo sirva de fondo a lo nuevo es inevitable.

Para Benjamín, el éxito del negocio, refleja también el éxito de la rehabilitación. «Ambas actividades, alojamiento y restauración, tienen excelentes críticas en internet, teniendo en cuenta además que el hotel está a un minuto de la Plaza de Zocodover», certifica Benjamín.

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