Las ventanas de metal, a menudo valoradas por su durabilidad y estética, enfrentan un enemigo natural: el óxido. Con el paso del tiempo, la corrosión no solo afecta su apariencia, sino también su funcionalidad. Sin embargo, existen métodos simples y efectivos para combatir este problema en casa.
El vinagre y el bicarbonato de sodio se destacan por ser una solución económica y ecológica. Antes de aplicarlos, se recomienda limpiar la ventana con agua y jabón para eliminar residuos y grasas. Luego, el vinagre se aplica sobre el área oxidada y, tras unos minutos, se espolvorea bicarbonato para iniciar una reacción efervescente que desintegra el óxido.
Otra técnica es utilizar lana de acero fina. Al emplearla, es importante proceder con cuidado para evitar daños en el metal. Humedecer la lana en aceite ayuda a minimizar los riesgos de rayones, actuando como lubricante durante el proceso.
Una vez eliminado el óxido, es fundamental proteger las ventanas aplicando pintura antioxidante o selladores específicos, creando así una barrera contra la humedad futura.
Estos pasos no solo mejoran estéticamente el hogar, sino que extienden la vida útil de las estructuras metálicas, asegurando su funcionamiento adecuado a lo largo del tiempo.








