El cambio climático está impulsando un aumento en la presencia de energías renovables en España. Se estima que para 2027 el país habrá incrementado significativamente su capacidad de generación a partir de fuentes sostenibles, como la energía solar y eólica. Este crecimiento responde a la necesidad urgente de mitigar los efectos adversos del cambio climático y cumplir con los compromisos internacionales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
En particular, las instalaciones de placas fotovoltaicas están ganando protagonismo. La apuesta por esta tecnología se alinea con los objetivos de transición energética del gobierno español, que busca reducir la dependencia de combustibles fósiles y promover el uso de recursos naturales abundantes en el territorio español, como el sol.
Las previsiones indican que este desarrollo no solo contribuirá a la sostenibilidad ambiental, sino que también tendrá un impacto económico positivo, generando empleo y fomentando la innovación tecnológica en el sector. Sin embargo, el crecimiento de la energía fotovoltaica también plantea retos de prevención y mantenimiento en las instalaciones, aspectos que son fundamentales para garantizar la seguridad y eficiencia de los sistemas.
Organizaciones sindicales, como UGT en Castilla-La Mancha, están abogando por medidas de prevención adecuadas para asegurar que la expansión de estas instalaciones se realice bajo estándares de seguridad óptimos. De este modo, se busca proteger tanto a los trabajadores del sector como a la infraestructura misma, asegurando su longevidad y rendimiento.
España, con su abundancia de recursos solares, se perfila como un líder potencial en la producción de energía fotovoltaica en Europa. La combinación de políticas públicas favorables, inversiones en tecnología renovable y un compromiso sólido con las metas ambientales, posiciona al país para enfrentar con éxito los desafíos del cambio climático.
Fuente: UGT Castilla-La Mancha
