La maternidad en España ha experimentado un cambio significativo en las últimas décadas. La edad media de las mujeres para tener su primer hijo es ahora de 32,6 años, mientras que el número de aquellas que eligen ser madres después de los 40 se ha duplicado en los últimos veinte años. Esta tendencia ha impulsado el interés en la preservación de óvulos, una técnica que permite a las mujeres retrasar la maternidad sin comprometer la calidad de sus óvulos. Este proceso, cuya tasa de supervivencia de los óvulos tras la vitrificación alcanza un 90%, se ha convertido en una opción cada vez más solicitada por razones personales, laborales o sociales.
Estefanía Rodríguez, jefa de la Unidad de Reproducción Asistida en el Hospital de Día Quirónsalud Donostia y Policlínica Gipuzkoa, describe este procedimiento como similar a la fecundación in vitro. La técnica comienza con una estimulación ovárica mediante medicación hormonal durante 10 a 12 días, seguida de la extracción de óvulos bajo sedación, garantizando la ausencia de dolor. Una vez extraídos y vitrificados, los óvulos conservan su calidad genética a lo largo del tiempo, crucial para las mujeres que desean posponer la maternidad.
Rodríguez aconseja realizar esta preservación antes de los 35 años, ya que después de esta edad la cantidad y calidad de los óvulos disminuyen significativamente. Si los óvulos se preservan en un buen momento, las probabilidades de éxito para un embarazo futuro se incrementan. Las razones para recurrir a esta opción varían, pero suelen estar relacionadas con la necesidad de posponer la maternidad por motivos laborales, sociales o personales.
La evolución de las técnicas de vitrificación ha mejorado drásticamente los resultados. Hace una década, se cambió de la congelación a la vitrificación, reduciendo drásticamente las alteraciones en los óvulos. Esta innovación ha disminuido sensiblemente el riesgo de pérdida de calidad de los óvulos, aproximando la tasa de supervivencia al 90%.
A pesar de sus ventajas, como cualquier procedimiento médico, la preservación de óvulos acarrea ciertos riesgos, aunque estos son bajos. Algunas mujeres pueden experimentar hinchazón abdominal durante la estimulación ovárica, y las extracciones de óvulos conllevan un riesgo bajo de sangrado, con molestias postoperatorias similares a las de una menstruación. Para prevenir complicaciones, se administra un tratamiento antibiótico tras la intervención y se realiza un seguimiento personalizado para garantizar el bienestar de las pacientes.
La preservación de óvulos continúa avanzando y ofreciendo a las mujeres la posibilidad de elegir cuándo quieren ser madres, asegurando que los avances tecnológicos trabajen a favor de sus decisiones personales.