Recientemente se han dado a conocer los resultados de la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre de 2024, que revela un panorama complejo sobre el desempleo de larga duración en España. A pesar de alcanzar su nivel más bajo desde 2010, todavía presenta significativos problemas para ciertos grupos demográficos. El Observatorio de la Vulnerabilidad y el Empleo de la Fundación Adecco ha destacado que, aunque esta baja es una noticia positiva, el desempleo sigue afectando desproporcionadamente a las mujeres y a los mayores de 50 años.
El desempleo prolongado, que se extiende por más de un año, actúa como un factor clave de pobreza y exclusión social. A pesar de la caída generalizada que ha llevado a que el número de desempleados de larga duración sea de 999.700 personas, un descenso del 13,4% respecto al año anterior, persiste una preocupante desigualdad estructural. En particular, los mayores de 50 años representan un 45% de estos parados, una significativa alza desde el 25% en 2014, con un 56% de ellos en búsqueda de empleo sin éxito duradero. Mesonero, director general de la Fundación Adecco, enfatiza la importancia de no dejar atrás a esta generación, que jugó un papel crucial en la expansión económica pasada.
Las mujeres también enfrentan una alta exposición al desempleo prolongado. Constituyen el 56% de los parados de larga duración, lo que revela una mayor vulnerabilidad en comparación con sus pares masculinos. Factores como trayectorias laborales interrumpidas por cuidados familiares y su concentración en sectores fuertemente afectados por crisis, como la hostelería y el comercio, explican en parte esta disparidad.
Las causas detrás del desempleo de larga duración en España son variadas. La economía cíclica, marcada por la dependencia de sectores como el turismo, junto con la automatización y un sistema educativo que no responde a las demandas del mercado laboral, exacerban el problema. Además, ciertas poblaciones, como las personas con discapacidad, enfrentan barreras adicionales que dificultan su acceso al empleo.
No obstante, existen razones para un cauto optimismo. La creación de nuevos empleos impulsados por la digitalización y la sostenibilidad, la adopción del trabajo remoto, y la reactivación de sectores clave, como el turismo y el transporte, han contribuido a esta disminución. Políticas activas de empleo y programas de acompañamiento están haciendo posible que más personas actualicen sus habilidades y encuentren trabajo, aunque el desafío de personalizar y alinear estas iniciativas con las necesidades del mercado persiste.
Para enfrentar el problema del desempleo de larga duración, Francisco Mesonero subraya la necesidad de reforzar las políticas activas de empleo, centrándose en la formación para sectores emergentes y mejorando la colaboración público-privada. Es crucial también que aquellos que enfrentan este desafío, como los mayores de 50, adopten un enfoque activo en su propia reintegración laboral, centrando esfuerzos en el aprendizaje continuo y la actualización de competencias.
La reducción del desempleo de larga duración es motivo de celebración, pero los datos también reflejan la urgencia de abordar las persistentes desigualdades que caracterizan a España. Esta situación demanda acciones sostenidas y estratégicas para asegurar que todos los segmentos de la población puedan beneficiarse del crecimiento económico y encontrar un lugar en el mundo laboral moderno.