La Directiva sobre información corporativa en materia de sostenibilidad (CSRD) ha llegado para transformar la manera en que las empresas comunican sus esfuerzos en sostenibilidad. Desde principios de 2024, esta normativa exige que las empresas informen sobre aspectos sociales y medioambientales, comenzando con aquellas cotizadas que cuenten con al menos 500 empleados. Se espera que la aplicación sea progresiva, impactando a las empresas más pequeñas a partir de enero de 2025. En España, el Consejo de Ministros ha dado un paso importante al aprobar el Proyecto de Ley de Información Empresarial sobre Sostenibilidad, alineándose con la CSRD.
La normativa responde a una creciente demanda de transparencia en los informes sobre resultados medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) de las empresas. El objetivo es que las empresas sujetas a la CSRD proporcionen información detallada y precisa que permita a inversores, clientes y otras partes interesadas evaluar sus actividades y su compromiso con la sostenibilidad.
Cumplir con la CSRD implica adherirse a los Estándares de Reporte de Sostenibilidad Europeos (ESRS), los cuales determinan la información necesaria y las metodologías para la elaboración de informes. El Grupo Consultivo Europeo en materia de Información Financiera (EFRAG) ha desarrollado una guía fundamental para apoyar a las empresas en esta transición hacia mejores prácticas de reporte sostenible.
Para las empresas, redactar un informe de sostenibilidad implica establecer un proceso meticuloso de recolección de datos, que debe incluir tanto información interna como externa. Esto se lleva a cabo en tres pasos fundamentales. En primer lugar, se identifican los IROs (Impactos, Riesgos, Oportunidades) de la empresa, datos esenciales que pueden ejercer efectos tanto positivos como negativos en el medio ambiente y revelar riesgos u oportunidades significativas. Ejemplos de estos datos incluyen el uso de recursos hídricos y energéticos, así como los proyectos de conservación que la empresa apoya. La identificación de los IROs es una tarea que consume tiempo y recursos, pero puede ser optimizada a través del uso de soluciones tecnológicas con plantillas predefinidas.
Además, es crucial obtener datos de proveedores y socios, como información sobre las emisiones derivadas del transporte y la producción. Una vez recolectados, los IROs deben ser evaluados para determinar su materialidad, proceso en el cual la tecnología juega un rol vital al permitir cálculos automáticos. Los IROs considerados materiales son aquellos que superan un umbral específico, indicando un impacto significativo o un riesgo financiero elevado, tanto para la empresa como para su cadena de valor.
La doble materialidad, un concepto clave en el reporte de sostenibilidad, se centra en dos dimensiones: el impacto social y medioambiental de las operaciones y la materialidad financiera. Mientras que la primera evalúa las repercusiones de las actividades empresariales en el entorno y la sociedad, la segunda examina cómo los problemas de sostenibilidad inciden en el rendimiento financiero de la organización.
En la preparación del reporte de sostenibilidad, los IROs recogidos se conectan con las estrategias, medidas y objetivos de la empresa, reflejados en indicadores clave de rendimiento (KPIs). La elección de un software adecuado es crucial para automatizar la recopilación y gestión de estos datos, facilitando el cumplimiento normativo y la generación de reportes en el Formato Electrónico Único Europeo (ESEF). La implementación tecnológica debe asegurar un proceso seguro y simplificado, desde la validación del informe hasta su presentación, ahorrando tiempo y reduciendo la carga administrativa. En este contexto, la tecnología se posiciona como una aliada imprescindible para las empresas que buscan cumplir efectivamente con la CSRD y avanzar en su compromiso sostenible.