Jaime Molina García es un autor con una extensa trayectoria literaria, que abarca más de cuarenta años escribiendo relatos, novelas y guiones. El sicario del Sacromonte no es su primer trabajo, pero sí uno de los más personales y, según él, su última novela antes de un posible retiro. Con varios premios literarios en su haber, Molina García ha logrado posicionarse como un narrador destacado en el género negro, abordando las complejidades humanas y sociales desde perspectivas únicas.
El sicario del Sacromonte narra la historia de Lucas, un joven desarraigado que se ve envuelto en el mundo del crimen al involucrarse con un clan gitano en un barrio marginal de Granada. A lo largo de la novela, Lucas se enfrenta no solo a los peligros del entorno violento en el que ha entrado, sino también a los fantasmas de su pasado, incluido su padre, Augusto, un maltratador recién liberado de prisión que busca saldar cuentas pendientes. Entre traiciones, ajustes de cuentas y relaciones prohibidas, Lucas lucha por encontrar su lugar en un mundo que parece condenado a la oscuridad.
«Desde el principio tenía muy claro que quería hacer una novela negra ambientada en Granada. Parte del motivo es que la mayoría de las novelas negras españolas transcurren casi siempre en grandes ciudades como Madrid o Barcelona», comenta el autor.
La novela trata una amplia gama de temas, desde la violencia inherente al mundo del crimen hasta la posibilidad de redención a través del amor. Uno de los nudos centrales del argumento es la compleja relación entre Lucas y su padre, que define gran parte de sus decisiones y conflictos. El pasado y el trauma familiar se convierten en motores que impulsan la historia hacia situaciones límite, cuestionando si es posible escapar del destino que parece estar marcado por la sangre y el dolor. Además, la obra explora la tensión entre el deseo de amor y la crudeza de la vida en el barrio, donde los vínculos humanos son tan frágiles como peligrosos.
«La relación padre-hijo es uno de los nudos centrales del argumento y el carácter de Lucas se explica, en gran parte, por el trauma que su padre, un maltratador de la peor especie, le infligió durante su infancia», explica Molina García.
El estilo del autor es directo y realista, logrando una atmósfera cargada de tensión que refleja fielmente el entorno marginal y agresivo donde se desarrolla la historia. La inclusión de la jerga gitana y el cuidado en la construcción de los personajes dotan a la novela de autenticidad, y el ritmo ágil mantiene al lector inmerso en la trama desde el primer momento.
Además, la narrativa se despliega con una precisión casi cinematográfica, permitiendo al lector visualizar cada escena como si se tratase de una película, lo que hace que la lectura sea una experiencia inmersiva.
«Una de las preguntas que me hago en la novela es si un asesino puede redimirse por amor. Y me temo que no hay una única respuesta, pues esto dependerá de cada persona y cada circunstancia».
La obra está dirigida a cualquier tipo de lectores, pero especialmente a aquellos que disfrutan de la novela negra y los thrillers con trasfondo social, ya que no solo entretiene, sino que también invita a reflexionar sobre la capacidad humana de cambiar, el peso del pasado y cómo las decisiones que se toman en momentos cruciales pueden definir a una persona para siempre. Es una novela que desafía al lector a cuestionarse sobre los límites entre el bien y el mal, y si es posible encontrar redención en un mundo marcado por la violencia.
Sin duda, Jaime Molina García ha logrado crear un retrato profundo y crudo de una sociedad al margen, donde las decisiones tienen consecuencias irreversibles y el amor puede ser tanto una salvación como una trampa.
El sicario del Sacromonte ya está disponible en librerías.
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