Si ahora paseamos por las tiendas de juguetes y prestamos atención a los juguetes científicos que se exponen, estos muestran una realidad diferente, todavía marcada por estereotipos aunque con una intención clara de adaptarse a los tiempos. Contra esos estereotipos debemos luchar con el fin de continuar dando visibilidad, ya no solo desde algo tan universal como son los juguetes, sino en todos los ámbitos de la sociedad y, con ello, mostrar el abanico de posibilidades a las que pueden aspirar nuestras jóvenes con inquietudes científicas. Es hora de normalizar que las niñas tengan vocaciones STEAM sin que se sientan estigmatizadas por dedicarse a algo que no era, desgraciadamente, habitual en el pasado por circunstancias que nada tenían que ver con el género o las capacidades.
Para que nuestras jóvenes puedan desarrollar de manera real su vocación científica necesitan ejemplos verídicos y actuales, directos y posibles. Es un orgullo para la sociedad que hubiera casos concretos de mujeres científicas en la Historia, pero el ejemplo no debe ser lo anecdótico sino lo cotidiano. Cuando no tengamos la necesidad de hablar de estas cuestiones es porque ya habremos alcanzado la concienciación plena, estaremos transitando por un camino en el que lo importante son los proyectos y avances científicos y no si quienes los consiguen son hombres o mujeres o el número de científicos y científicas de cada proyecto.
Para conquistar esta meta tenemos que recurrir a la Educación, la educación en Igualdad, no únicamente a la institucional, ya sea en las aulas y en las leyes (como reza el artículo 8 de la conocida como Ley de Ciencia que presentamos un día como hoy de hace un año y que ya es no es una entelequia), sino también a la educación no formal, en la sociedad al completo y, muy importante, la imagen de la igualdad en los medios de comunicación y en la publicidad.
Deseemos todos que deje de ser noticia que la mujer debe estar o ya está presente en todos los ámbitos, porque ello demostrará que ya hemos conseguido que sea una realidad y que esa realidad está normalizada. La ciencia no es de nadie, pero la manera en que la transmitamos nos corresponde a todos, desde el juego a la investigación.
Rosa Ana Rodríguez
Consejera de Educación, Cultura y Deportes