Todo trabajo, siempre que sea legal y moral, es una fuente de perfección, no solo de necesidad, ni de condena, para uno mismo, para la propia familia de quién lo haga, para la sociedad, para la humanidad, y si se es creyente, es el ofrecimiento de los frutos al Ser Supremo. No es buena esa forma de ser y de estar y de hacer y de presentar el trabajo como una cosa tan negativa y tan perniciosa. Con el trabajo nos perfeccionamos, y con el trabajo perfeccionamos la tierra, y con el trabajo perfeccionamos de alguna manera al resto de seres humano, y con el trabajo ofrecemos de nuestros frutos al Buen Dios.

– Se agradece enormemente ver a las personas, a personas que realizan su trabajo con sosiego y mesura y prudencia y alegría, al menos con una sonrisa, que trata a los demás seres humanos que trabajan con él o con ella con respeto y consideración, que no manifiesta envidia, ni maledicencia a nadie, y que valora el trabajo de los demás con respeto, siempre dentro de la legalidad y moralidad, sin negar que todo ser humano tiene derecho a perfeccionarse en su trabajo, y también a aspirar a mayores grados de responsabilidad, dentro de su vocación, formación, estudios, posibilidades, circunstancias.

– Es un postulado moral, posiblemente desde Grecia, que mucha alegría y tristeza que le vienen a los seres humanos, no solo le vienen del exterior, sino del interior. Por eso, hay que intentar cuidar y curar el propio interior. De dentro nacen los buenos sentimientos y las buenas palabras y los buenos deseos, del interior. Muchas veces echamos la culpa a todo el exterior, y no podemos negar que todo lo que rodea al ser humano le influye. Pero no podemos negar, que siempre el ser humano debe afrontar lo exterior e interior, con verdad, veracidad, bondad, bien, racionalidad y de ese modo afrontará mejor todo, todo lo dentro hacia dentro, de lo de dentro hacia fuera, de lo de fuera hacia dentro…

– El trabajo como deber y derecho personal, para el bien del individuo que lo realiza, para el bien de su familia, para el bien de la sociedad, para el bien de la humanidad, para glorificar y alabar al Buen Dios. Siempre que sea un trabajo legal y moral, y necesario para el bien de la sociedad y el individuo.

– ¿Se habla de infidelidad vocacional o profesional debido a razones o causas internas o externas, o ambas realidades?

– Aunque ahora nadie lo exprese, menos aún por escritura, no estoy aquí para redactar lo que quiera el ambiente social, sino para plantear cuestiones y preguntas. Decía, durante siglos, todo trabajo honesto y moral, tenía una dimensión religiosa y espiritual. O dicho de otro modo, criar tomates, además para vivir y sobrevivir y ganarse el sustento de quién los producía, tenía una dimensión de agradecimiento a Dios. Véase el rezo del Ángelus de Millet, es decir, en la mitad de la jornada, dar gracias al Buen Dios.

Sé que por expresar esto, muchos dejarán de leer las frases que vayan firmadas por mí. Pero pienso que si somos honestos, modestos escritores, pero escritores y observadores y pensadores modestos, tenemos que plantear esta cuestión.

Porque quizás, al erradicar del corazón del ser humano, que el trabajo, entre muchas otras dimensiones, tiene una función espiritual y religiosa. Le estamos quitando al ser humano, una de sus grandes alegrías, es decir, ser consciente, que dentro de la dificultad del trabajo, el trabajo mismo tiene una vertiente de agradecimiento al Buen Dios.

– Pueden realizarse trabajos, que no estén remunerados, sea por una razón o sea por otra, sea por filantropía, humanismo, espiritualidad, religiosidad. Todas las personas realizan trabajos, necesarios por y para la sociedad, que no son pagados o remunerados económicamente, o pueden serlo de otra manera o de otra forma.

Escribir artículos en periódicos es un trabajo remunerado, en un tanto por ciento de profesionales del periodismo, pero en otros, como el que escribe esto, no está remunerado económicamente, pero no deja de ser un trabajo, es un intento de perfeccionamiento del entendimiento de la realidad, del mismo ser humano. Sin negar todos los errores que tengan.

Por consecuencia, incluso los “trabajos no remunerados”, hay que intentar que sean lo mejor hecho, evidentemente esas personas, que realizan esa labor, como el médico, que dedica varias horas a la semana a su profesión, pero no recibiendo honorarios. Ese trabajo hay que hacerlo con eficiencia y con buena voluntad y con respeto, y lo mejor posible, siempre en el modo legal y moral.

Para terminar, deberíamos indicar la necesidad, de tener una concepción más real y más ajustada del trabajo. Es duro y laborioso y a veces, penoso. Ciertamente deben mejorar todas las medidas y todas las normas de seguridad. Pero el ser humano no debe caer, que el trabajo solo tiene la dimensión de obtener dinero. Aunque ésta sea una, existen muchas más variables y perspectivas en dicha realidad. Y si así, lo vemos y percibimos y concebimos, será mejor y lo mejor para nosotros, para la sociedad, para la humanidad.

© jmm caminero (26 septiembre 2018-12 mayo 2019 cr).

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