Limpiar la campana extractora de la cocina es crucial para mantener un ambiente saludable y prevenir riesgos de incendio debido a la acumulación de grasa. A pesar de su relevancia, muchos aplazan esta tarea por considerarla laboriosa, pero dedicarle unos minutos puede hacer una gran diferencia.
Es esencial comenzar reuniendo los materiales: agua caliente, jabón desengrasante, vinagre blanco, un paño de microfibra y esponjas suaves. Si la grasa está muy acumulada, es útil contar con bicarbonato de sodio. Estos productos son efectivos y suelen estar disponibles en el hogar.
El primer paso es desconectar la campana extractora de la corriente eléctrica. Luego, se retira el filtro, que puede ser de metal o de carbón. Si es de metal, se puede lavar en el lavavajillas o con agua caliente y jabón. Los filtros de carbón, al no poder limpiarse eficazmente, generalmente requieren ser reemplazados.
Para la limpieza exterior, una mezcla de agua caliente y vinagre blanco actúa como desengrasante natural. Con un paño de microfibra empapado en esta solución, se frota suavemente la superficie, prestando atención a las áreas con más grasa. Para residuos persistentes, se recomienda una pasta de bicarbonato de sodio y agua, dejándola actuar unos minutos antes de frotar.
Tras limpiar y secar la superficie y los filtros, se procede a reinstalar el filtro y conectar la campana. Se sugiere realizar este proceso cada uno o dos meses, según el uso y cantidad de grasa generada.
Este simple mantenimiento no solo optimiza la eficiencia de la campana extractora, sino que también promueve un ambiente más seguro en el hogar. En definitiva, la limpieza regular de la campana extractora es una tarea esencial que los usuarios no deben pasar por alto.

















