Cinco enfermedades comunes que afectan a los niños durante el verano y cómo prevenirlas

La piel actúa como una barrera protectora natural para el cuerpo. Sin embargo, en ocasiones, esta barrera se ve comprometida, dando lugar a afecciones cutáneas como el impétigo, una infección particularmente frecuente en ciertos momentos del año. La doctora Raquel Fernández, jefa del servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Bizkaia, señala que las lesiones por impétigo pueden aparecer en «cualquier parte de la piel», aunque son más comunes alrededor de la nariz, la boca, los brazos y las piernas. Inicialmente, las lesiones se presentan como granitos, heridas o ampollas pequeñas, pero posteriormente se agrandan y adquieren un aspecto costroso con una costra amarillenta. La infección puede propagarse rápidamente a diferentes áreas del cuerpo.

El tratamiento estándar para el impétigo es mediante el uso de antibióticos. Dependiendo de la extensión de la infección, el antibiótico puede administrarse en crema (tópico) o de forma oral (jarabe, pastillas o sobres), y en algunos casos, se puede combinar ambas opciones. La prevención de esta infección se basa principalmente en una buena higiene, como lavarse bien las manos y desinfectar adecuadamente las heridas y rozaduras.

En cuanto a la diarrea, esta se caracteriza por deposiciones blandas o líquidas, más abundantes y frecuentes de lo habitual, pudiendo ir acompañada de dolor abdominal, fiebre y/o vómitos. La causa más común de diarrea en niños son las infecciones virales, aunque también puede ser provocada por bacterias, parásitos u otras causas. Generalmente, la diarrea dura unos pocos días. La hidratación es fundamental; se deben ofrecer líquidos con frecuencia, especialmente después de cada deposición diarreica. En casos leves, basta con agua, pero en diarreas más intensas se recomiendan soluciones de rehidratación oral disponibles en farmacias. No son adecuados los refrescos, zumos, bebidas isotónicas ni los sueros de preparación casera. Además, no es necesario hacer ayuno; se puede ofrecer una alimentación ligera y evitar comidas grasas o con mucho azúcar.

La otitis es otra infección frecuente entre los niños, especialmente durante las actividades acuáticas. Los síntomas más comunes de la otitis incluyen dolor intenso de oído, sensación de taponamiento, secreción de líquido y picazón. La doctora Jennifer Cueva, especialista en Otorrinolaringología del Centro Médico Quirónsalud Plaza Euskadi, recomienda secar bien los oídos, utilizar tapones para evitar la entrada de agua y no usar bastoncillos, ya que estos pueden empujar la cera hacia adentro y causar bloqueos. El tratamiento de otitis generalmente incluye gotas óticas con antibiótico y, en algunos casos, corticoides para reducir la inflamación.

La conjuntivitis es común en verano debido a la exposición al sol, al salitre, la arena y el cloro. Los síntomas incluyen picor, irritación ocular y enrojecimiento, además de secreciones. Es importante mantener una buena higiene de manos y no compartir toallas para evitar el contagio. El tratamiento principal son los lavados con suero fisiológico, y si los síntomas persisten, se debe acudir al pediatra.

Finalmente, el golpe de calor es un riesgo significativo para los niños, especialmente los menores de 4 años, debido a su menor capacidad para regular la temperatura corporal. Según el pediatra David Rivera del Hospital Quirónsalud Bizkaia, el golpe de calor puede provocar mareos, vómitos, fiebre alta, cefalea, irritabilidad, taquicardia, y en casos graves, desmayos o pérdida de conciencia. Otros síntomas incluyen piel seca y muy caliente, fatiga, debilidad, respiración superficial y rápida, y calambres musculares.

Estas recomendaciones y cuidados pueden ayudar a prevenir y tratar algunas de las afecciones más comunes en los niños durante la época estival.

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