Castilla-La Mancha no apuesta por el cohousing, una opción con alta demanda para envejecer en compañía

En 2050, más del 30% de la población española superará los 65 años y la mayor parte vivirán solas. Para aquellos que desean mantener la independencia en sus hogares, pero anhelan la compañía de otras personas de su misma generación existe el cohousing, un modelo de convivencia donde los residentes mantienen su autonomía y gestionan sus necesidades en conjunto. Estas comunidades ofrecen un entorno que promueve la colaboración y la interacción social, al tiempo que brindan un espacio privado y seguro.

“Es una nueva manera de vivir y entender la vejez”, expone Félix Martín, secretario general de la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop). El cohousing es una comunidad colaborativa autogestionada en la que sus miembros conviven en un entorno que han promovido y diseñado, formado por unidades habitacionales privadas y espacios comunes –como salas de juego, lavandería o huerto– para compartir actividades, servicios y cuidados.

Según explican a la revista Consumer desde Hispacoop, aunque la inspiración del cohousing en España proviene del modelo nórdico, hay una diferencia clave: en nuestro país, las personas pueden vivir en esta fórmula residencial hasta el final de sus días.

En los últimos años, el cohousing ha ido ganando reconocimiento en la sociedad y ha aumentado la formación de grupos de personas unidas en cooperativas para llevar a cabo distintos proyectos. “Algunas comunidades autónomas han empezado a interesarse y promover el cohousing, apoyando con una nueva legislación este novedoso modelo de vida, cediendo terrenos y autorizándolo como centro de servicios sociales”, apunta Félix Martín.

El secretario general de Hispacoop afirma Martín que “se está extendiendo en España como una solución que se plantea la población mayor para poder decidir ellos mismos cómo y con quién quieren vivir el resto de sus vidas, evitando así la soledad o el ser una carga para sus hijos. Apuestan por un envejecimiento activo en compañía de sus amigos”.

“Sin el apoyo de la Administración, el cohousing se convierte en un modelo costoso”

El cohousing es un tipo de comunidad en la que las personas viven juntas en un mismo lugar, pero en lugar de ser propietarios de sus viviendas, comparten el uso de las mismas a través de un acuerdo cooperativo. En la mayoría de las comunidades, cada miembro tiene un voto y participa en la toma de decisiones sobre cómo se administra y se utiliza el espacio compartido.

Los residentes contribuyen económicamente al proyecto mediante un pago inicial para ingresar y una renta mensual destinada a cubrir los gastos de suministros y servicios. No hay un precio estándar, ya que cada proyecto es independiente.  En general, los precios pueden oscilar entre los 100.000 y los 250.000 euros. Las cuotas mensuales también varían y pueden ir desde los 350 euros hasta los 900 euros. Esa cantidad cubre tanto los gastos individuales –calefacción, agua y electricidad– como los servicios comunes que subcontratan, por ejemplo, jardinero, limpieza, comedor, lavandería o monitores de entretenimiento.

En la gran mayoría de las comunidades autónomas, la forma jurídica principal utilizada por los cohousing es la cooperativa de consumidores y usuarios. El Plan Estatal para el Acceso a la Vivienda 2022-2025 ya reconoce esta modalidad residencial, pero es responsabilidad de las comunidades autónomas el dotarlas de presupuesto.

“El resultado ha sido que no todas han optado por este modelo de vida. Tan solo Andalucía, Asturias, Canarias, Cantabria, Galicia y Valencia han dotado al programa de presupuesto”, denuncia Martín. Sin contar con el respaldo de la Administración para la promoción, el cohousing se convierte en un modelo costoso. Un mayor conocimiento del cohousing está haciendo cambiar de parecer a algunos ayuntamientos, que empiezan a ser más flexibles a la cesión de suelo público para estos proyectos.

Desde Hispacoop señalan que el periodo medio de maduración de un proyecto de cohousing es de unos 10 años, necesarios para trabajar la cohesión del grupo. “La comunidad de personas tiene que decidir sobre innumerables asuntos, tanto jurídicos y arquitectónicos como sociales. Todas estas decisiones se tienen que tomar consensuando posiciones, aceptando las de otros y aportando soluciones propias. Cuanto mejor se trabaje, más se debata, más cohesión de grupo habrá”, reflexiona Martín.

En caso de que algún socio quiera abandonar, existe la posibilidad de que se le reembolse la aportación que hizo para la compra y construcción del cohousing. Los estatutos regulan cómo se le devolverá esa cuantía. De esta forma, el nuevo socio deberá abonar el importe que la cooperativa tenga fijado para acceder, que viene a ser similar al que se ha abonado al socio saliente. Esa cantidad también pueden actualizarse, pero eso dependerá de cada comunidad. En caso de fallecimiento, también depende de lo que se indique en los Estatutos. En algunos casos los herederos no tienen derecho a esa propiedad, que vuelve a la cooperativa. En otras sí sería posible traspasar la vivienda mediante herencia o vendiendo el derecho a través de la comunidad. Y es que cada cohousing tiene sus propias reglas y estatutos.

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