En una emocionante entrega de “Demos: el gran sondeo” este miércoles, 30 de octubre, el presentador Risto Mejide abordó temas de suma relevancia en la actualidad española, poniendo especial énfasis en la tragedia de la DANA y la sonada despedida del panorama político de Íñigo Errejón. Sin embargo, fue el audaz debate sobre el acoso y la agresión sexual lo que dominó la noche, iluminando las oscuras estadísticas y las aún más sombrías experiencias personales detrás de los números.
La velada comenzó con una premisa controvertida, sugerida por Verónica Fumanal, colaboradora de “Todo es mentira”, quien afirmó que todas las mujeres han padecido alguna forma de acoso en sus vidas. Risto Mejide, siempre en busca de la verdad detrás de la afirmación, planteó la delicada pregunta a los 300 ciudadanos presentes en el estudio: “¿Han sufrido abuso, acoso o agresión sexual?”. La respuesta fue estremecedora: un 40% del público afirmó haber vivido alguna de estas circunstancias, siendo el 69% de estos, mujeres, y el 31%, hombres.
El testimonio de Julia, una mujer mayor de 60 años, fue particularmente conmovedor. Relató un incidente ocurrido hace treinta años en el metro de Madrid, donde un hombre la acosó y eyaculó en su espalda. Junto a ella, otras valientes alzaron su voz, entre ellas, María, una joven de 20 años, quien compartió una traumática experiencia con su ex pareja, y Ángeles, quien sufrió violencia de género a manos del padre de sus hijos.
El programa también fue escenario de un momento significativo cuando, tras un corte publicitario y mientras leía reacciones en redes sociales, Risto Mejide se hizo eco de un comentario de una usuaria identificada como Carmen, quien destacaba la importancia de visibilizar estas experiencias en televisión. “Aquí, esta noche, es la noche de las víctimas, vamos a darle voz, le guste a quien le guste”, afirmó Mejide, arrancando un aplauso unánime de los presentes.
“Demos: el gran sondeo”, conocido por pulsar la opinión pública sobre temas candentes, no solo proporcionó un foro para el debate y la reflexión sino que también se convirtió en un espacio de catarsis y solidaridad. A través de estos diálogos, el programa vuelve a confirmar el poder de la televisión como herramienta para el cambio social, abriendo un camino hacia la comprensión y, en última instancia, la acción. La emisión concluyó con la promesa implícita de que, en medio de la adversidad, siempre habrá una plataforma dispuesta a escuchar y a dignificar las historias de aquellos que han sido injustamente silenciados.