En la reciente cumbre del Consejo Europeo celebrada en octubre, las propuestas en materia de migración de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, dominaron las discusiones, consolidando la influencia de la derecha dura en la política migratoria de la Unión Europea. La reunión no solo reflejó el fortalecimiento de las posturas más restrictivas hacia la inmigración sino también marcó la dirección que podrían tomar las futuras políticas europeas en este ámbito.
El debate se enmarcó en un encuentro previo de coordinación que reunió a Estados miembros con políticas migratorias estrictas, entre ellos Polonia, Hungría e Italia, y contó con la presencia de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Este gesto fue interpretado como una clara señal de apoyo a las posturas de Meloni y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
Entre las proposiciones más discutidas estuvo la idea de avanzar hacia la creación de centros de detención y deportación de inmigrantes irregulares fuera del espacio comunitario. Von der Leyen recogió esta sugerencia en una carta previa a la cumbre, inspirada en el «modelo albanés» promovido por Italia, aunque este había enfrentado obstáculos legales en su implementación dentro del propio país.
La presidenta de la Comisión ha reiterado su respaldo a la concepción de estos centros a través de una nueva comunicación dirigida a los líderes europeos. En ella, expone el interés en desarrollar el concepto de centros de retorno en terceros países y enfatiza la necesidad de asegurar la legalidad, operatividad y respeto por los derechos fundamentales en su ejecución.
En paralelo, se ha destacado la cooperación con países claves en las rutas migratorias hacia Europa, como Marruecos, Senegal y Mauritania, así como la situación en Siria, donde la UE busca apoyar el retorno de refugiados facilitando un entorno seguro y estable tras el declive del régimen de Bashar Al-Assad. Este último punto ha sido enfatizado en recientes reuniones de Von der Leyen con líderes de la región, incluidos los de Turquía y Jordania.
Con todo, lo sucedido en el Consejo Europeo de octubre no solo demuestra un viraje hacia políticas migratorias más restrictivas dentro de la UE sino también marca un punto de inflexión en el enfoque europeo hacia la gestión de la migración irregular. Mientras algunos Estados miembros respaldan las nuevas propuestas, existen dudas sobre su efectividad y conformidad con los valores fundamentales de la Unión, sugiriendo que el debate sobre el futuro de la política migratoria europea está lejos de concluir.