El pasado viernes, el presidente Donald J. Trump firmó una orden ejecutiva que pretende garantizar que los contribuyentes no financien más lo que él describe como propaganda radical. Esta medida ha sido recibida con una mezcla de apoyo y polémica, particularmente en relación con Voice of America (VOA), un organismo que ha estado en el centro de las críticas por su supuesta inclinación política.

Según declaraciones de Dan Robinson, quien trabajó durante 34 años en VOA y fue corresponsal de la Casa Blanca, el medio ha evolucionado hacia una operación «descontrolada» que refleja un sesgo de izquierda alineado con las principales corrientes de los medios de comunicación. Robinson subraya que la agencia ha buscado evadir la rendición de cuentas por supuestas violaciones de estándares periodísticos y por la falta de gestión adecuada.

Las acusaciones en contra de VOA han sido variadas y han involucrado numerosos incidentes. La dirección de la organización, por ejemplo, indicó a su personal que eviten calificar a Hamas y sus miembros como terroristas, salvo cuando se citen declaraciones. Además, informes de medios como el Daily Caller han señalado que varios periodistas de VOA han publicado contenido anti-Trump en sus cuentas de redes sociales, violando las políticas de imparcialidad del medio.

El representante Scott Perry, en una carta de 2022, argumentó que VOA se ha vuelto excesivamente partidista en años recientes. Un informe de la Oficina de Gestión de Personal reveló que empleados de la sección persa de VOA sentían que la organización había tolerado «coacción para fines políticos partidistas».

Acusaciones aún más graves emergieron en una demanda de 2022 que sostenía que VOA había sido infiltrada por intereses antiamericanos y pro-islámicos, comprometiendo de este modo su mensaje hacia facciones del Estado Islámico en Irán. La falta de objetividad ha sido una preocupación recurrente, como lo evidencia un artículo de VOA que minimizaba las alegaciones sobre el supuesto papel de Rusia en el escándalo de Hunter Biden, o una historia que fue criticada por ser demasiado benigna con el candidato presidencial demócrata Joe Biden.

La situación se complicó también en 2019, cuando VOA despidió a periodistas tras ceder a la presión del gobierno chino y cancelar una transmisión a mitad de camino. Un par de meses antes, el organismo enfrentó críticas por un segmento sobre migrantes transgénero que buscaban asilo en Estados Unidos, lo que generó controversia respecto a la forma en que se abordan temas sensibles.

En medio de esta tormenta de acusaciones y presiones, la nueva orden ejecutiva del presidente busca poner fin a lo que considera un desvío por parte de VOA de sus principios fundacionales y su misión de ofrecer información objetiva y precisa al público. Con la mirada puesta en el futuro, queda por ver cómo esta política afectará la labor informativa de una de las agencias más emblemáticas de Estados Unidos y si logrará restaurar la confianza pública.

Fuente: WhiteHouse.gov

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