En un giro significativo para la política de paridad de género en la Unión Europea (UE), Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, se enfrenta a un desafío considerable para mantener la igualdad de género en el seno de la Comisión. Tras su histórico logro en 2019 de formar un colegio de comisarios paritario, el panorama para la próxima formación de la Comisión parece revertir los avances conseguidos, con un marcado desequilibrio a favor de los hombres.
Desde el inicio de su mandato, Von der Leyen se había esforzado por promover la igualdad de género, exigiendo a los Estados miembros de la UE que presentaran tanto a un candidato masculino como femenino para las posiciones de comisarios. No obstante, esta petición ha sido mayoritariamente ignorada, poniendo en riesgo su visión de un colegio de comisarios equitativamente distribuido entre hombres y mujeres. A pesar de no tener la autoridad legal para rechazar candidaturas basándose únicamente en el género, Von der Leyen y su equipo han aplicado presión diplomática, particularmente a países como Malta y Rumanía, para reconsiderar sus nominaciones.
Esta táctica ha rendido algunos frutos, como demuestra la reciente decisión de Rumanía de sustituir a su candidato masculino por una mujer, la eurodiputada Roxana Mînzatu. Igualmente, Bélgica ha designado a Hadja Lahbib, aunque esta elección ha generado ciertas controversias internas en el país. Las maniobras de último momento tienen como objetivo acercar el equilibrio de género en el colegio de comisarios, aunque se anticipa que la composición final estará lejos de ser paritaria, con una proyección inicial de solo siete mujeres de veintisiete miembros.
Esta situación contrasta con el panorama más amplio de la UE, donde las mujeres ocupan varios de los puestos más altos y visibles, entre ellos, Von der Leyen en la Comisión Europea, Roberta Metsola en la presidencia de la Eurocámara, Kaja Kallas como próxima Alta Representante para Política Exterior y de Seguridad, y Christine Lagarde en el Banco Central Europeo.
El Parlamento Europeo jugará un rol crucial en el proceso de aprobación de los comisarios, con la potestad de rechazar candidaturas, aunque no basándose en criterios de género. Sin embargo, ante la actual carencia de paridad, es posible que los eurodiputados ejerzan su influencia para equilibrar la disparidad de género, evitando rechazar a las pocas candidatas femeninas propuestas.
La lucha de Von der Leyen por un colegio de comisarios paritario subraya no solo su compromiso con la igualdad de género, sino también los desafíos inherentes a modificar las prácticas establecidas en un organismo tan complejo y diverso como la Unión Europea. A medida que se definen las carteras y competencias, la esperanza de una Comisión Europea más equilibrada en género se mantiene, aunque con cierto escepticismo frente a los recientes retrocesos.