La presentación de la propuesta para el nuevo Marco Financiero Plurianual (MFP) de la Unión Europea, que cubrirá el presupuesto de 2028 a 2034, ha desencadenado intensas disputas entre los Estados miembros. Mientras cada país pelea por recabar fondos, la Comisión Europea se enfrenta al desafío de definir qué aspectos son prioritarios en un contexto que ha cambiado drásticamente desde la última negociación en 2020. La propuesta refleja un giro hacia nuevas prioridades, centrando más recursos en defensa y competitividad, mientras que las partidas dedicadas a agricultura y cohesión sufren recortes significativos.
El presupuesto, que se mantiene prácticamente en los mismos niveles que el anterior, ha sido recibido con escepticismo por los principales contribuyentes netos, como Alemania y los Países Bajos, que han dejado claro que no están dispuestos a aumentar sus aportaciones. Con una asignación que apenas representa un ligero aumento en porcentaje del producto nacional bruto de la UE, la realidad es que el futuro presupuesto, estimado en 1,76 billones de euros, podría no ser suficiente para cubrir todas las necesidades planteadas en esta nueva era marcada por la urgencia de responder a crisis geopolíticas y desafíos económicos.
En este nuevo enfoque, la gestión de los fondos se descentraliza, permitiendo a los gobiernos tener mayor control sobre sus programas de gasto, lo que ha generado preocupación entre las regiones más necesitadas. Este modelo sugiere una Unión Europea más intergubernamental, donde las capitales toman un papel protagónico, reforzando la idea de que el futuro del continente dependerá de decisiones tomadas a nivel local, mientras que las estructuras comunitarias quedan en un segundo plano, aumentando las tensiones entre los ideales de integración y las realidades políticas actuales.
Artículo resumido que puedes leer completo aquí
