En un movimiento estratégico que parece sacado de las mismas páginas del manual de Beijing, Vietnam ha intensificado su juego en el mar de China Meridional, específicamente en las disputadas Islas Spratly. Años de observación y paciencia han dado un vuelco significativo con Hanoi adoptando las tácticas de construcción insular de China, lo que indica un cambio en el equilibrio de poder regional que merece una atención meticulosa.
Desde 2021, Vietnam ha expandido su presencia en las Spratly mediante el dragado y la construcción, agregando unas impresionantes 259 hectáreas de tierra nueva a su territorio en disputa. Este crecimiento no solo ha sido cuantitativo sino también cualitativo, con la creación de infraestructuras clave que podrían tener efectos duraderos en la geografía política de la región. Las acciones de Vietnam, que ahora controla unas 1.343 hectáreas en el área, ponen el foco en una estrategia de expansión marítima que podría verse como un desafío directo a la creciente influencia china.
El caso de Vietnam es particularmente notable no solo por la escala de su empresa sino también por el contexto geopolítico que la rodea. Pekín, al percatarse de estas actitudes, ha emitido protestas formales al considerarlas actividades ilegales en áreas que reivindica soberanamente. Sin embargo, más allá de las declaraciones públicas, la respuesta de China ha sido inusualmente contenida. Esto podría atribuirse a varias razones, incluyendo la histórica resiliencia vietnamita frente a las presiones externas y un deseo de evitar escaladas no deseadas que podrían desestabilizar aún más la región.
Más intrigante aún, Vietnam está fortaleciendo su postura mediante el desarrollo de relaciones con otros actores estratégicos, incluyendo Estados Unidos y Japón. La posible futura cooperación en el uso de facilidades vietnamitas insinúa un reequilibrio de poder y capacidades en la región, potencialmente debilitando la dominación china en estas aguas disputadas.
El hecho de que otros países opten por emprender esfuerzos significativos de construcción de islas y reclamaciones territoriales indica la importancia crítica de estas aguas para la seguridad y el comercio regional. Aunque Vietnam y China mantienen en general relaciones cordiales, la expansión de Hanoi en las Spratly podría aumentar la complejidad de su disputa marítima. La determinación de Vietnam de defender sus reivindicaciones, junto con el apoyo potencial de países estratégicos, podría configurar un nuevo escenario en el mar de China Meridional.
Esta dinámica resalta no solo el ingenio estratégico de Vietnam sino también el dilema de China, atrapada entre su deseo de ejercer soberanía y el imperativo de mantener la estabilidad regional. Lo que queda claro es que el juego geopolítico en el mar de China Meridional está lejos de haberse jugado por completo, con cada movimiento en el tablero enviando ondas a través del equilibrio de poder en Asia y más allá.