Las elecciones legislativas en Moldavia, celebradas el pasado domingo, han marcado un punto de inflexión en la política del país, favoreciendo al Partido de Acción y Solidaridad (PAS) de la presidenta Maia Sandu, quien ha obtenido un contundente 44,26% de apoyo. Este resultado resalta el fuerte respaldo a la agenda proeuropea del gobierno en un contexto regional delicado, marcado por la guerra en Ucrania y las tensiones con Moscú.
El segundo lugar fue para el Bloque Electoral Patriótico (BEP), que reúne a socialistas, comunistas y rusófilos, con un 27,96% de los votos. La Comisión Electoral Central también ha posicionado al Partido Político Democracia En Casa (PPDA) en tercer lugar, con un 7,45%. La jornada electoral no solo es un reflejo del deseo de acercamiento a Europa de muchos moldavos, sino que también se ha visto ensombrecida por denuncias de injerencia rusa, que van desde la compra de votos hasta campañas de desinformación.
Desde hace tiempo, las autoridades moldavas han alertado sobre los intentos de Moscú de influir en el proceso electoral, lo que ha generado una creciente desconfianza entre los votantes. A medida que los resultados finales se acercan, el BEP ha acusado al partido de Sandu de llevar a cabo una persecución política, mientras la nación se encuentra en un delicado equilibrio entre sus aspiraciones europeas y la influencia de potencias externas.
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