El reciente anuncio del ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, marca un escalón significativo en la lucha del país contra el narcotráfico, con el despliegue de buques de gran porte en aguas del Caribe. Esta acción se enmarca en la ‘Operación Relámpago del Catatumbo’, la cual contempla el envío de fuerzas militares a las fronteras con Colombia, una zona históricamente saturada por la actividad de grupos narcotraficantes.
En un video publicado en Instagram, Padrino detalló que se implementarán drones y un refuerzo de vigilancia con aproximadamente 15,000 militares a lo largo de 851 kilómetros de la frontera compartida con Colombia. Estas medidas buscan contrarrestar la amenaza de grupos armados y narcotraficantes que intentan cruzar a territorio venezolano. Este movimiento es particularmente relevante tras la activación de una zona binacional de «desarrollo y paz» entre ambos países.
A pesar de las declaraciones del funcionario, quienes están atentos a la situación internacional no pueden ignorar las tensiones crecientes entre Caracas y Washington. Padrino ha negado la presencia de campamentos de grupos armados colombianos en Venezuela, respondiendo a acusaciones por parte de la DEA sobre la supuesta colaboración de Caracas con guerrillas en actividades de narcotráfico. Este escenario desata un juego delicado de percepciones y acciones militares en el Caribe, donde la lucha contra el narcotráfico se cruza con las dinámicas políticas regionales.
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